jueves, 20 de agosto de 2009

Bangui - Bayanga


Poco despues de escribir las lineas de arriba, escuche los portones exteriores del recinto de la WWF abriendose y un Toyota blanco accediendo al recinto. Segundos despues Nestor llamaba a mi habitacion. ‘Nos vamos’.

Colocamos el equipaje en la parte trasera del Toyota y abandonamos la sede de la WWF ya en total oscuridad. Todavia habriamos de realizar varias paradas antes de emprender ruta hacia Bayanga. Tres pasajeros mas se subieron al vehiculo : Rafael Dacko, nieto del primer presidente de la RCA y delegado del ministerio de turismo en Bayanga; Paolo, un asistente de investigacion de Mongambe (el otro campamento que hay aparte de Bai Hokou) y Henry, el hijo del sous-prefect de Bayanga (algo asi como el alcalde). Las calles de Bangui oscilaban entre la penumbra total y la famelica luz de algun puestecillo o farola aislada, mientras la gente se deslizaba entre la oscuridad como un torrente de sombras informes. Antes de iniciar el trayecto todavia nos detuvimos en una farmacia , compramos algo de comida en un puestecillo de comida en la cuneta de la avenida principal, recogimos a dos pasajeros mas, repostamos en la gasolinera ….Parecia que no ibamos a salir nunca. En un momento dado llegamos a un control de policia. Nestor se apeo con la documentacion pertinente. Un militar se asomo por la ventanilla y me pregunto con aire ausente que adonde me dirigia. No debio quedarle muy clara mi respuesta pues segundos despues abandonaba la ventanilla y preguntaba a Nestor acerca de ese blanco que iba en el asiento del copiloto. Este parecio mas convincente que yo y finalmente levantaron la barrera. Abandonabamos Bangui.


Poco despues llegamos a un nuevo control. Un individuo con subfusil al hombro se asomo por la ventanilla y pidio de nuevo la documentacion. Esta iba a ser la tonica durante todo el viaje. La noche era clara y la luna llena formaba un halo sobre las altas copas de los arboles. La bacheada carretera estaba salteada de pueblecillos (no me atreveria a llamarlos poblados) y edificaciones, que apenas se vislumbraban en la oscuridad. Sus habitantes se apartaban a ambos lados del camino segun pasabamos. Nestor hacia malabarismos para sortear cabras, cerdos y perros, que a menudo se interponian en el camino. Cada cierto tramo los faros del Toyota iluminaban alguna figura humana acometiendo el trayecto de un pueblo a otro, empujando miserables carromatos repletos de troncos, ropas o restos de plasticos. Apenas nos cruzabamos con otros vehiculos. A veces si lo haciamos con algun trailer abarrotado de troncos y teniamos que echarnos a un lado. Pasamos Berengo, dos horas despues de abandonar Bangui. Minutos despues se pudo oir un chasquido en la parte trasera del vehiculo. Pinchamos. Diez minutos despues, y una vez arreglado el percance, reanudamos la marcha. Llegamos a un nuevo peaje, esta vez sin militares. Apenas lo rebasamos escuchamos un nuevo pinchazo, en la misma rueda de antes. La tension se mascaba en el ambiente. Nos quedaba todo el viaje por delante y no quedaban ruedas de repuesto. Me preguntaba que pasaria si pinchabamos de nuevo, en medio de la nada.


A la altura de Lobaye, un poblado algo mas grande que la media, nos bifurcamos por un camino para detenernos ante la casa del que supongo seria mecanico del pueblo, cuyo sueno violentamos abruptamente. Era la 1 de la manana y el tipo obviamente tenia cara de pocos amigos. Las dos horas siguientes se redujeron a lo siguiente ; un individuo aporreando ruedas rudimentariamente con una maza de hierro en plena oscuridad, siete tios mirando y musica ‘coup de kale’ que Nestor sintonizo a todo trapo desde el Toyota para amenizar la quietud de la noche (sin que ningun vecino se quejase, para mi sorpresa). Arreglados los pinchazos, reanudamos el viaje. Nestor dejo la musica puesta, la cual se convirtio desde ese momento y durante las dos siguientes horas en la unica protagonista del viaje, en las que nadie abrio la boca. En un momento dado la carretera paso a ser camino de tierra. La luna llena lucia en lo alto del cielo y cartografiaba las copas de los arboles con un radiante bano de luz argenta. Africa. Los cerdos y cabritillas seguian cruzandose peligrosamente en nuestro camino, ahuyentados seguidamente por los bocinazos de Nestor, que no vacilaba en su conduccion. Puede que nos llevasemos alguno por delante.


A las 4 de la manana hicimos alto en Boda. Una persona mas se sumaria a la comitiva, instalandose en la parte trasera del coche. El cansancio del viaje comenzo a hacer mella en mi sueno. Los parpados se me cargaban como si de ellos colgasen yunques. Mantuve un penoso forcejeo entre la vigilia y el sueno durante un cierto tiempo, dando impresionantes cabezadas. Finalmente, tras pasar por un confuso mundo de absurdas y oniricas imagenes, del todo inefables aqui, deje atras los cantos de sirena y volvi de nuevo a la oscuridad de la noche, que los faros del Toyota rasgaban sin paliativos. Cerca de las 5 el cielo cobro un matiz azul marino. Nestor detuvo el coche en un tramo del camino en pendiente, que daba pie a un vasto paisaje de bosques y selvas abriendose ante nosotros. La luna llena se escondia en el horizonte. Tire un par de fotos, hice mis necesidades, estire un poco las piernas y monte de nuevo en el coche. Todavia quedaba mucho por recorrer.


A medida que la manana despuntaba, una nueva realidad se abria ante nuestros ojos ; ante los mios, para ser mas concreto.. El terreno, por lo general llano, cobraba a veces relieve en forma de suaves y verdes colinas alfombradas de grandes arboles, que un camino de color ocre intenso enhebraba y serpenteaba, perdiendose en la lejania. A veces se podian ver personas transitandolo ; mujeres con ninos en brazos, a la espalda, con cantaros a la coronilla, gente con carromatos. La ingente vegetacion ora se cernia sobre el camino ora se abria, dando lugar a claros donde a menudo afloraban los asentamientos. Dichos asentamientos no pasaban de meras construcciones de adobe, que dejaban entrever un fragil esqueleto de ramas o troncos. Los tejados estaban cubiertos por hojas de bambu, un material modesto pero, al parecer, altamente impermeable. Otro tipo de construcciones, mas humildes todavia, consistian en una especie de chamizos con forma de iglu, formado por ramas o tallos de plantas dispuestos en torno a un eje central superior y cubiertos con grandes hojas de bambu, que al perder la frescura adquirian un tono parduzco que las hacia parecer harapos o trapos sucios. Pero, la verdad, no tenia mucho tiempo para analisis o espejos.


Sobre las 8 de la manyana, ya a plena luz del dia, llegamos a Yamando, donde tuvimos que pasar otro control. Aproveche de nuevo para estirar las piernas y echar un vistazo en derredor. Los ninos se acercaban al coche y me miraban con curiosidad. Cuan acostumbradods estaban a ver a un blanco con cara de acontecimientos y tan sorprendido, quiza, como ellos ?. Diez minutos de diligencias despues pudimos proseguir el camino. Durante la parada, un trailer maderero nos adelanto, de modo que una vez alcanzado no tuvimos otra cosa que polvo ocre ante nuestros ojos durante una hora, ya que la colosal polvareda que levantaba no permitia adelantarle sin arriesgar la vida y tuvimos que andar a su rebufo durante todo este tiempo. Finalmente, lo adelantamos. Mas selvas y mas caminos, mas asentamientos y ‘Koup de Kale’. No habia tiempo para analisis o espejos.


Una hora y media despues de dejar Yamando, el sueno arremetio contra mi de nuevo con fuerza. Todo el mundo guardaba silencio y la cinta de musica ya se habia acabado. Solo se escuchaba el motor del Toyota rugiendo y los tumbos del coche al sortear los baches del camino. Esta vez la fatiga me doblego. Dormite durante veinte minutos, tras los cuales desperte como si hubiese dormido 12 horas. Llegado un momento dado, tuve la impresion de que las selvas a ambos lados del camino se cerraban. Los arboles se erguian majestuosos ante nosotros, porfiando entre si por elevar sus copas hacia los estratos mas altos. Todavia nos quedaban 4 horas de camino. Al llegar al control de Nola supe que estabamos cerca. El sol, para entonces, ya caia como un martillo pilon. Rebasamos el control y nos detuvimos en el pueblo para realizar las enesimas gestiones. Aproveche para hacer unas compras. Nola era un pueblo desvencijado y polvoriento, en la cual se arracimaban los comercios a ambos lados de la calle principal, que estaba atestada de gente : una pequena farmacia, un asador humeante, tiendas de articulos de primera necesidad, donde vi impresionantes machetes… Puede que no fuesen de primera necesidad para mi, pero senti un implacable impulso de hacerme con uno. Desisti sin saber muy bien por que.

Abandonamos Nola y pusimos rumbo sur (hasta ahora siempre nos habiamos dirigido hacia el oeste). Accedimos a ese apendice de terreno que se encuentra en la esquina suroeste de la Republica Centroafricana. Bai Hokou quedaba mas cerca. Seguimos atravesando asentamientos a ambos lados del camino, a cual mas humilde, dejando tras de si una aparatosa nube de polvo y siempre muchos ninos que se escondian entre la vegetacion a nuestro paso y familias enteras apinandose en torno al fuego de la manana y mujeres moliendo manioca con las mazas en grandes cuencos. Africa.



Cruzamos Salo sin detenernos. Tras kilometros y kilometros sin ver otra cosa que selvas y austeros asentamientos, el paisaje cambio radicalmente de fisionomia. La vegetacion circundante, omnipresente hasta entonces, remitio y el terreno se desspejo dando lugar a amplias colinas salpicadas de acacias y termiteros gigantes, que, al principio confundi, movido por las ansias de ver fauna, con grandes antilopes que por alli pacian (no comment). Exhuberante horizonte de selvas. Un cartel anunciaba que accediamos al area protegida de Dzanga Shanga. 60 km para llegar a Bayanga. Transcurridos 30, el paisaje se cerro un avez mas, esta vez de forma mas enconada si cabe. Dos horas despues de acceder al parque llegabamos a Bayanga. El camino de entrada al pueblo lo flanqueaban extensos campos de hierbas altas donde se cultivaba la manioca. Los arboles tropicales configuraban un decorado de fondo que se entremezclaba con troncos romos y desnudos, como exponentes del paso por alli de la compania maderera. Los ninos se quedaban mirando al paso del Toyota, mientras jugaban entre cabras, gorrinos, gallinas y riachuelos de salubridad dudosa….Olor a manioca en el ambiente. La mayoria de las casas estaban construidas a base de maderos entumecidos y victimas de la carcoma, que hasta un soplido podria barrer. El sol picaba sin clemencia. A medida que ibamos haciendo paradas el vehiculo se iba quedando vacio. A pesar de estar exhausto y sudoroso descendia del vehiculo a cada parada, por una mera cuestion de principios. Iba ya en una especie de trance en el que la lucidez fluctuaba, lentada unicamente por el deseo de llegar a la jungla, a Bai Hokou. Solo 32 km distaban de mi destino. Hicimos todavia parada en las oficinas de la WWF. Me presentaron al Coordinador General del proyecto Dzanga Shanga en Bayanga, un canadiense llamado Marc. Me basto con un apreton de manos, tras el cual subi de nuevo al coche (queriendo forzar silenciosamente a Nestor a hacer lo propio) Paramos tambien en el Doli Lodge, un coqueto hotelito a orillas del Dzanga, donde tuve la oportunidad de descansar en su idilica terraza, mientras esperaba a Nestor.



Finalmente ocurrio. Tras un ultimo carrusel de visitas, abandonamos el pueblo y enfilamos Bai Hokou, ya solos Nestor y yo. Atravesamos un aerodromo que habia entre los cultivos y cruzamos un extenso umbras de arboles que daba entrada al parque nacional Dzanga Shanga. La vegetacion se cerro ya definitivamente, apenas dejando ver el cielo La siguiente hora y media consistio en un avance continuo del Toyota, en silencio, a traves un denso corredor de vegetacion, profanando charcos y recibiendo violentos latigazos de las ramas en la luna del vehiculo. A falta de 5 km. el camino, hasta entonces en linea recta, se desvio hacia la derecha y se hizo mas accidentado y serpenteante, tomando una ligera pendiente. Las copas de los arboles se cernieron sobre el vehiculo y fagocitaron el cielo por encima de nosotros. Avanzamos entonces lentamente, dando continuos tumbos por el camino embarrado e impracticable. Habia tramos en los que la inclinacion del camino era tal que creia que el Toyota iba a volcar. Pero no volcaba, seguia avanzando, el Toyota seguia avanzando. No habia vuelta de hoja. Llegamos a Bai Hokou.

Pero he de avisar de que esto no supone el fin del trayecto. El verdadero viaje comienza ahora.

Bangui (segundo dia)

Hola Familia

No pase mala noche. Batalle con los ratones durante un par de horas, tratando de abortar sus intentos de encaramarse con descaro a mi cama. Finalmente parecieron olvidarse de mi y pude conciliar el sueno. Me desperte por la manana con el cuerpo repuesto y de buen animo ante la expectativa de emprender el viaje en las siguientes horas. Antes, sin embargo, habia de realizar varias gestiones con Francois, de modo que montamos en su jeep, destartalado pero incombustible, y nos dirigimos al centro de la ciudad. Primero cambiamos de nuevo dinero en el taller mecanico de un tal Mohamed, libanes medio miope y de mirada algo torva que se encarga de arreglar los vehiculos para la WWF. Tras una interminable hora en la que nos ofrecio bebidas, me hizo mil preguntas y en la que, en general, nada parecia ocurrir relativo al camio, finalmente llego con el fajo de billetes, le di la cantidad correspondiente y pudimos irnos. Nos pasamos entonces po el mercado a comprar papel y boligrafo (esencial). Estaba atestado de gente. No pude evitar sentirme, al descender del vehiculo, ‘blanco’ de todas las miradas (no hay mucho occidental en Bangui). Pero para entonces ya me habia hecho acopio de cierto aplomo en la respiracion y la pupila. Despues fuimos a a rellenar el certificado medico, al banco, de nuevo al taller… Veia pasar el tiempo con desesperacion.

Lo primero que hice al volver a la oficina, sobre las 16:00, fue comunicarle a Nestor, el manager general de WWF Bangui, que ya estaba preparado para marcharnos. ‘En una hora nos vamos’, me respondio. A las 17 :00 escuchaba, para mi perplejidad, como ha recogia las llaves de su mesa, cerraba la puerta de su despacho y desaparecia sin dar mayor explicacion. Asi parecen funcionar las cosas aqui, a camara lenta, sin mayor consideracion.

La gente termino su jornada de trabajo y se marcho de nuevo a sus casas. Me vi de nuevo en compas de espera, en unica compania de los ratones, con una incomoda sensacion de sudor entremezclada con el aroma del repelente antimosquitos, pero habiendo jurado no ducharme hasta llegar a Bai Hokou. El ventilador de techo, inmovil y obsoleto. Una pesada atmosfera de torridez tropical. Me recordaba esa escena de Apocalypsis Now en la que un alcoholizado Capitan Willard espera una nueva mision en Shaigon. « Waiting for a mission, getting softer » .

Pero esto no era una pelicula. Cuando nos ibamos ? Todo parecia ir a camara lenta...

Bangui (primer dia)

Hola Familia

Os escribo desde las oficinas de la WWF en Bangui. El avion aterrizo en el aeropuerto Mpoko sin mayor incidencia a la hora esperada, lleno hasta los topes y en una noche humeda y lluviosa, casi ya amaneciendo. La recogida de maletas fue un delirante maremagnum de personas vociferantes y carritos por todos los lados. Tuve suerte y mi maleta salio de las primeras. A la salida me esperaba Francois, empleado de la WWF Bangui, que me abordo, antes de que lo hicieran los muchos buscavidas que a la salida merodeaban. Blandia un cartel en la mano, que leia ; GUAN ORTIGA.

Segun salimos al parking del aeropuerto comenzo a diluviar. Nos montamos en un modesto Jeep destartalado propiedad de la WWF y abandonamos el aeropuerto Mpoko. Como podreis comprender, fueron primeros momentos de expectacion y algo de nerviosismo. Francois era un tipo de pocas palabras. Por mi parte considere oportuno, en esos primeros estadios de la singladura, callar y observar. De modo que avanzabamos en total silencio en el traqueteante jeep, bajo una inmensa tromba de agua, mientras los edificios se sucedian, desconchados y semi abandonados, a ambos lados de la amplia avenida, transitada por pocos coches. Algun que otro gigantesco cartel, publicitando telefonia movil, rompia con la austeridad reinante. De camino, Francois me comunico que no podriamos poner rumbo a Bayanga ese mismo dia, que tendria que esperar a que se concretaran los preparativos del viaje.. No negare que la noticia me dejo algo intranquilo. A los 15 minutos de trayecto llegamos a la sede de la WWF Bangui. Salude al personal que se encontraba en las oficinas y deje las maletas en la salita de estar. Me ofrecieron pasar la noche en una de las habitaciones que hay en la sede (previo pago de 20 euros). Luego, puesto que nadie me hacia demasiado caso, me he dado un garbeo por las inmediaciones ; se trata de un recinto cerrado vigilado por dos guardas y una gran casa de una sola planta, con varios despachos y salas de reuniones, aparte de una habitacion con salita de estar (la mia) y otro pequeno edificio con tres habitaciones mas. Las horas pasaron sin que nadie me informase muy bien de que pasaba conmigo. Me dedique a dejar pasar las horas, sin ganas de leer, dormitando a ratos en la cama, mirando el ventilador de pared inmovil con cierta sensacion de estupor y con unas ganas terribles de poner rumbo a Bai Hokou. 15 horas, 500 km.

Sobre las 16 :00 Francois me llevo a comer a un restaurante que hay a 15 minutos de las oficinas. Tuve la oportunidad de echar un primer vistazo a la ciudad, ya sin el velo del temporal de la manana. Una ingente multitud transitaba por los arcenes de un lado a otro, portando todo tipo de articulos al hombro o a la coronilla, comercios de todo tipo, mercados atestados de gente, pequenos hostales, internets-cafe… Me llamo mucho la atencion el intenso color ocre de la tierra, intensificado tras las lluvias. Varias colinas flanqueaban la ciudad al norte-noreste, de un verve tan vivo que casi deslumbraba. El sol caia con fuerza. Francois salia de su mutismo de cuando en cuando para senalar algun edificio importante (la universidad de Bangui, la embajada francesa, el destartalado estadio nacional…). Cada cierto tramo tomabamos rotondas con grandes rotulos en forma de proclamas al pueblo, tipo… unite, dignite, travaill…o travaille, respect, developmet… y cosas asi. Las construcciones no rebasaban, en su mayoria, mas de una planta, y revelaban una gran precariedad de medios. Los materiales parecian estar escogidos de aqui y de alla, a modo de parches, si bien es cierto que a medida que uno se adentraba en el centro de la ciudad, las construcciones cobraban altura (dos o tres plantas) y podian apreciarse mas bares y terrazas por la calle. En uno de estos bares cambie dinero. Luego fuimos a comer un puoulet, que devore con fruicion.

A la vuelta no quedaba nadie en las oficinas. Francois no tardo en desaparecer. De modo que me quede yo solo en el edificio, mirando al ventilador del techo de mi algo sordida habitacion, con la unica compania de los ratones y preguntandome que cono estaba haciendo alli.

Nota

No he pensado en mejor forma de describir y compartir esta experiencia que conferir a este blog un caracter epistolario. De forma que, desde este momento y en lo que resta, incluire fragmentos de misivas enviadas por mi a mi familia (me ahorrare los detalles domesticos).

domingo, 3 de mayo de 2009

Mochila


- Botiquín:
- Relec (repelente antimosquitos).
- Promaden (antimalárico).
- Resochín (Quinina).
- Polaramine.
- Omeprazol.
- Lomper (antiparasiatario intestinal).
- Filvit (antipiojos)
- Compuesto multi-vitamínico.
- Paracetamol.
- Tiritas.
- Suero fisiológico.

- Ropa:
- Pantalones largos.
- Pantalones cortos.
- Zapatillas trekking.
- Camisas de manga larga.
- Camisas de manga corta.
- Camisetas de manga larga.
- Camisetas de manga corta.
- calcetines.
- slips.
- Gorra.
- Braga o pañuelo.
- Toalla.
- Impermeable.
- Chaleco multibolsillo.

- Accesorios:
- Saco.
- Mosquitera.
- Navaja multiusos.
- Espejo pequeño.
- Prismáticos.
- Brújula.
- Cantimplora.
- Linterna.
- Vaso, plato. Juego de cubertería.
- Juego de costura.
- Pinzas.
- Maquinilla.
- Cargador de pilas.
- Hilo dental.
- Cámara de fotos.
- Disco extraíble.
- Armónica.
- 4 Moleskines.
- Acuarelas, sanguina, grafito.

- Alimento intelectual:
- Moliere (Le medecina malgré lui, L'avare, Le misanthrope, Le bourgeois gentilhomme).
- Shakespeare (Comedy plays).
- Rimbaud.
- Verlaine.
- Voltaire (Zaire).
- Baudelaire (Les fleurs du mal).
- Dylan Thomas
- T.S Eliot
- Freud (Psicopatología de la vida cotidiana, New introductory lectures on Psychoanalysis).
- Platón (Fedón. Fedro)

viernes, 1 de mayo de 2009

Fisiología del miedo

Imaginemos el siguiente escenario: un individuo está caminando por la selva cuando de repente se topa con un gorila agresivo y furioso avanzando hacia él entre alaridos. La primera reacción de esta persona será correr al árbol más próximo y encaramarse a él o parapetarse detrás de un arbusto o un tronco.

Cuando un individuo se encuentra ante una tesitura de este tipo (una coyuntura de aparente peligro), su primera respuesta, la más instintiva, será la denominada "reacción de lucha o huida” ( "flight or fight response" en inglés); es decir, el el individuo evaluará las circunstancias específicas del momento, que le llevarán a decidir si és más conveniente hacer frente a la bestia o por el contrario, es recomendable poner pies en polvorosa. Se asume que este proceso automático tiene una fuerte raigambre evolutiva, remontándose a los tiempos en que la especie humana debía desafiar peligros extremos en forma de predadores, para asegurarse la supervivencia. Esta sería la ruta "directa" por la que viajaría la información. Existe otra ruta "indirecta", donde la informacion pasa a través del cortex, en un proceso consciente de evaluación y análisis de la situación, antes de acceder a la amigdala. Llámesele pensamiento.

La ruta “directa” conduce la información vía subcortical (por debajo del cortex), directamente al sistema límbico:

Gráfico del sístema límbico.

El sistema límbico es la parte del cerebro que gestiona las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.La información proveniente del exterior viaja desde el órgano receptor visual, el ojo, hasta el tálamo (algo así como una estación de paso por donde pasa y se procesa toda, absolutamente toda la información que recibimos del exterior) para terminar accediendo a la amigdala. La amigdala es el auténtico órgano regulador de las emociones (alegría, tristeza, sorpresa, disgusto, ira o miedo). La ruta "directa", al ahorrarse el paso de la información por el cortex recorrerá menor distancia, lo cual permitirá percibir el peligro de forma más rápida y generar así una pronta respuesta a la amenaza.

Por lo tanto, si vemos que un gorila se dirige hacia nosotros con cara de pocos amigos es probable que nuestra primera reacción sea actuar rápidamente, antes incluso de registrar la existencia misma del gorila en nuestro cerebro. Necesitaremos, por lo tanto, canalizar la energía desde las partes del cuerpo que menos la necesiten en ese momento concreto (sistema digestivo, por ejemplo) hacia las que sí la necesiten, como el cerebro, el corazón y los músculos que articulan el esqueleto (para correr).

Llegado a este punto el “sistema simpatético” (por lo general "activador" de las funciones vitales) se impondrá sobre el parasimpatético ("desactivador o relajador" de las funciones vitales, por lo general), de forma que pueda originarse una pronta respuesta ante la situación de marras. Los axons (filamentos neuronales por los que viaja la información de neurona a neurona) simpatéticos del sistema nervioso autónomo (que regula los órganos internos) comenzarán a estimular las glándulas suprarrenales, que automáticamente segregarán hormonas en sangre. Hormonas como la adrenalina o la noradrenalina aumentarán el ritmo cardiaco, lo cual incrementará rápidamente el abastecimiento de flujo sanguíneo hacia los músculos del esqueleto. El sistema simpatético estimulará así las actividades más primarias y vitales, al tiempo que relajará las secundarias y menos indispensables.

El sistema nervioso somático comenzará entonces el proceso de inervación de los músculos esqueléticos. Las neuronas de nuestro cortex motor primario (parte del sistema nervioso somático encargado de la locomoción) estarán recibiendo información desde otras áreas corticales.
Estas neuronas transmitirán el impulso eléctrico enviándolo a través de las axons y liberando neutrotransmisores en las sinápsis (terminales) de los músculos. El músculo esqueletal se activará y entonces podremos correr o trepar un arbol o tratar de escondernos en algún sitio.

Una vez nos hemos puesto a salvo -si es que lo logramos- el sistema parasimpátetico tomará el relevo al simpatético y comenzará el proceso inverso. El sistema parasimpatético permitirá entonces a nuestro sistema volver a sus niveles normales. Por lo contrario, si creemos que la amenaza persiste, los niveles hormonales seguirán siendo altos y permaneceremos en un estado de ansiedad extrema. Tal nivel de ansiedad sólo podrá menguar una vez el peligro haya pasado totalmente y seamos capaces de evaluar la situación más tranquilos.
Por la ruta "indirecta", sin embargo, según nos estemos girando para salir corriendo comenzaremos a registrar conscientemente la información y podremos entonces estudiar o analizar la situación peligrosa. Quizá podamos caer en que los gorilas rara vez atacan abiertamente si no se sienten amenazados y que nuestra decisión de subirnos a un árbol, aparte de absurda, pues los gorilas son excelentes trepadores, no tiene razón de ser.

Un botón de muestra:

Exploración británica en África


Henry Morton Stanley.- Fue el que acuñó la famosa frase "Doctor Livingstone... ¿supongo?". Británico de nacimiento pero norteamericano de adopción, trabajó como corresponsal para el New York Herald. Corría el año 1969 cuando , durante una estancia en Madrid, le fue encomendada la rocambolesca misión de encontrar al Dr. Livingstone, al que se creía perdido o muerto en el lejano y entonces desconocido continente africano. Así relata Stanley el momento del emocionante encuentro en Ujiji:

- "Buenos días, señor"

- "Al escuchar tal saludo proviniendo de aquella ingente masa de negros, no pude sino agitarme y girar sobre mis espaldas, tratando de encontrar al autor de aquellas palabras, encontrándole a mi lado con la tez más oscura imaginable, pero con gesto animado y alegre -un tipo ataviado con una larga camisa negra y un turbante de forro americano alrededor de su lanuda cabeza; entonces le pregunté:

- "¿Y tú quién diablos eres?"

- "Soy Susi, el empleado del Dr. Livingstone", dije él sonriendo y mostrando una reluciente hilera de dientes.

- "!Comó! ¿Está aquí El Dr. Livingstone?

- "Así es, señor"

- ¿En este poblado?

- "Si señor"

- ¿Estas seguro?

- "Seguro, seguro, señor". Como no iba a estarlo si acabo de estar con él ahora mismo"

- "Buenos días, señor" dijo otra voz.

- "Hola", dije yo, " ¿es este otro sirviente"?

- "Si, señor"

- "Muy bien, ¿y cómo te llamas?"

- "Me llamo Chumah, señor"

- "¿Cómo? ¿Chumah, el amigo de Wekotani?

- "Si, señor"

- "Y el doctor ¿se encuentra bien?"

- "No muy bien, señor"

- "¿Donde ha estado durante tanto tiempo?"

- "En Manyuema"

- "Bien, ahora tu Susi, corre y dile al Doctor que voy en su encuentro"

-"Si, señor" y salió disparado como un loco.

"Para entonces ya nos encontrábamos a doscientas yardas del poblado y el cerco de multitud se estrechaba en torno nuestro, casi impidiendo nuestra marcha. Se apreciaban banderas y estandartes; los árabes y los wangwana se abrían paso entre la multitud para poder saludarnos, ya que, según creían ellos, nosotros les pertenecíamos. Pero lo que más maravilló a todos fué... ¿Cómo diablos llegué usted desde Unyanywembe?"

"Pronto vino Susi otra vez corriendo y me preguntó por mi nombre; le había comunicado al Doctor que ya iba hacia allá, pero el Doctor pareció demasiado sorprendido como para creerle y a Susi le extrañó que le pidiese mi nombre.

Sin embargo, durante la ausencia de Susi, al doctor ya le habían llegado noticias de que, en efecto, había un hombre blanco que se dirigía a su encuentro, que hacía uso de sus armas y cuya bandera enarbolaba a la vista de todos; y los grandes mercaderes árabes de Ujiji -Mohammed bin Sali, Sayd bin Majid, Abid bin Suliman, Mohmmed bin Ghaib, y otros - se habían reunido en torno a la casa del Doctor, y éste había salido de su veranda para discutir el asunto y esperar mi llegada.


(.......)

Entonces hizo lo que creí más digno posible. Empujé a las masas que se apiñaban en torno a mí y, pasando por el costado, descendí por una auténtica avenida humana hasta que llegué al semicírculo formado por los árabes, ante los cuales se encontraba "hombre blanco de barba gris".

Según avanzaba hacia él observé un hombre de apariencia lánguida, paliducha y algo prudente, con mostacho y patillas encanecidas, un sombrero azul con una banda dorada alrededor en fondo vermellón, un chaleco rojo y unos pantalones grises y viejos.

Hubiese corrido a abrazarle, de haber tenido el coraje suficiente para hacerlo ante toda esa muchedumbre. Le habría abrazado, pero no sabía como me recibiría; por lo tanto, hice lo que mi falso orgullo y cobardía moral me aconsejaban era la decisión más acertada en aquella situación concreta - avancé deliberadamente hacia él, me quité el gorro y dije:

"Dr. Livinstone ¿supongo?"


David Livingstone

Nació en Glasgow en 1813 y muchos lo consideran el explorador por excelencia. Desembarcó en Africa con dos objetivos primordiales: preconizar el mensaje misionero y abrir nuevas rutas comerciales que fuesen beneficiosas para ambas civilizaciones. En 1836 exploró el desierto del Kalahari y se adentró en Africa siguiendo el curso del Río Zambeze. En su periplo expedicionario descubrió una inmensa caída de agua a la que nombró "cataratas Victoria". Protagonizó a su vez el famoso encuentro con Henry Morton Stanley en las estribaciones de Ujiji, hoy Tanzania. De esta reunión nacería una nueva expedición para hallar el origen del río Nilo, objetivo que nunca se vió consumado.

Es famoso su episodio con el León en tierras de Botswana, que plasmó en su diario "Missionary Travels and Researches in South Africa":

(....) Es cosa sabida que si se logra dar muerte a un león, los demás que le acompañan aprovechan la advertencia y abandonan aquella parte del país. Con este motivo, tomé yo parte en la primera cacería que se organizó, a fin de animar a los cazadores a librarse de la calamidad que sobre ellos pesaba, destruyendo a uno de aquellos merodeadores.

(.....)

Al ver que no conseguíamos matar a ninguno, decidimos regresar a la aldea. Sin embargo, ya al pie de la colina, divisé un león sentado, como el primero, sobre una roca; pero estaba en parte oculto por un matorral, y como me hallaba a unos treinta metros de distancia, procuré asegurar la puntería a través de la espesura, y disparé los dos cañones de mi rifle. Unos entonces gritaron: "!Lo ha matado, lo ha matado!"; diciendo otros al mismo tiempo: "!le han dado dos al mismo tiempo; cojámoslo!". Por mi parte, a ningún otro ví que lo disparase, pero sí pude observar la cola del león furiosamente erizada y, volviéndome hacia los aldeanos, dije: "Esperad un poco hasta que vuelva a cargar". Cuando estaba cargando las balas oí un grito general y, al volverme agitado, vi al león que en aquel instante se precipitaba sobre mí. Yo me hallaba en una pequeña elevación: el león me hizo presa por la espalda en el momento mismo de lanzarse sobre mí y ambos caímos a tierra. Me zahería de un lado a otro, rugiendo horriblemente junto a mi oído, como hace un gato con un ratón, y aquella caída produjo en mí un estupor semejante al que debe producir al ratón la primera impresión de las uñas del gato. Sentí una especie de desavanecimiento, pero sin experimentar dolor alguno y sin que el terror me agitase, a pesar de ser perfectamente consciente de todo cuanto estaba pasando; y era el mío un estado análogo a los que dicen haberse sometido a la influencia parcial del cloroformo, que presencian toda la operación y no sienten el bisturí. La singular condición en que me hallaba no era producto de ninguna reflexión mental; era que el choque me había hecho insensible al temor y no me dejaba experimentar terror alguno al contemplar a la fiera. (....) En mis esfuerzos y desesperados movimientos para librarme del león, una de cuyas garras pesaba sobre mi cabeza, vi que éste dirigía sus miradas a Mebalwe, el cual trataba de dispararle desde una distancia de unos diez o quince metros. Su rifle, sin embargo, aunque de dos cañones, era de chispa, y falló las dos veces; pero el león me soltó de repente y se abalanzó sobre él, apresándolo por una pierna. Otro de los que nos acompañaban, cuya vida había yo salvado curándole de las heridas que un búfalo le había causado, intentó a su vez lancear al león mientras mordía a Mebalwe; pero en aquel momento lo soltó y cogió al otro por la espalda.

Felizmente para nosotros, las balas que habían penetrado en su cuerpo hicieron su efecto en aquel momento, y el león cayó exánime en esos momentos. Todo había ocurrido en unos instantes, y sus esfuerzos supremos tuvieron que ser el paroxismo de su rabiosa agonía. Con objeto de librarse del encanto que el cuerpo de la fiera pudiera encerrar, los bakatla al día siguiente hicieron una hoguera sobre su cadáver, del cual, por cierto, dijeron que era el del mayor león que se había visto. En cuanto a mí, además de romperme el hueso, me dejó once marcas de dientes en la parte superior del brazo (....).

Livingstone murió en 1873. Sus restos fueron llevados de vuelta a Inglaterra y enterrados con todos los honores en la Abadía de Westminster, junto a los de otros personajes ilustres como Newton o Darwin.

Richard Burton

Explorador, traductor y escritor, conocido por sus viajes a Asia y Africa. Burton nació el 19 de marzo de 1821 en Devon. En 1843 engrosó las filas de la Armada para la compañía del Asia del Este, donde hizo uso de su excelente conocimiento de las lenguas locales para facilitar su labor de espionaje e inteligencia. En 1853, tras dejar la Armada, emprendió una peregrinación a la Meca, que hizo disfrazado y cuyo relato le convirtió en celebridad en el Reino Unido. Al año siguiente exploró el territorio hoy perteneciente a Somalia junto con varios oficiales, entre los que se contaba John Speke, a la postre gran explorador. En 1857, Burton y Speke se embarcan en una expedición, sufragada por la Royal Geographical Society, para adentrarse en los territorios inexplorados desde la costa este africana, con el objetivo de encontrar el origen del río Nilo. Una vez llegados al lago Tanganyka, Burton apenas podía caminar y Speke decidió seguir viajando sólo, descubriendo el lago Victoria. Speke estaba convencido que origen del río Nilo tenía lugar en algún punto del lago. Burton se mostró excéptico ante esta postura y a raíz de ello comenzó un agrio debate público entre los dos que fue muy notorio en su tiempo y que terminó abruptamente en septiembre del año 1864, cuando Speke falleció en extrañas circunstancias.

Tras viajar posteriormente a Brasil y Damasco, finalmente se estableció en Trieste (Italia), donde fue nombrado embajador, posición que le dió mucho tiempo para escribir. Fue nombrado caballero en 1886. Burton fue un autor prolífico, destacando sus libros de viajes y de etnografía. Fue también traducotr de literatura clásica y renacentista, con un particular interés por la literatura erótica. Suyas fueron las primeras traducciones del Kama Sutra (1883) y el Jardín Perfumado (1886), así como la traducción oficial de "Las mil y una noches" (1885-88). Murió en Trieste en 1890.

John Speke

Nació en Bidefor, Devon, en 1827. Formó parte del ejército británico en 1844 y sirvió en la India, en la zona de Punjab. Viajó al Himalaya y al Tíbet. En Abril de 1855 integró la expedición organizada por Richard Burton para explorar tierras de Somalia. Fue herido de gravedad en un ataque al campamento de la expedición perpetrado por bandidos somalíes, teniendo que regresar a Inglaterra. Tras esto, marchó como voluntario a la guerra de Crimea, liderando un regimiento de soldados Turcos. En 1856, aceptó una invitación de Richard Burton para incorporarse a la expedición que estaba organizando para buscar y encontrar la región conocida de "los grandes lagos" y que ningún occidental había pisado hasta entonces. Más concretamente el objetivo era buscar el lago Nyassa, cuyas aguas podrían ser la cuna del río Nilo. Partieron desde Zanzibar en junio de 1857 y exploraron la costa este africana durante seis meses, hasta encontrar la ruta más idonea tierras adentro. Fueron los primeros europeos en llegar al lago Tanganika, en 1858. De vuelta en Zanzíbar, Burton cayó enfermó y Speke decidió seguir con la expedición rumbo norte él solo. En julio encontró un gran lago al que llamó "Victoria", en honor a la reina inglesa. La teoría de Speke era que el origen del río Nilo se encontraba en algún punto de las estribaciones de este lago, teoría que fue rechazada por Burton, dando pie a la famosa contienda dialéctica entre los dos. La Royal Geographical Society financió una nueva expedición a Speke para resolver esta disputa. De esta forma, Speke, en compañía del doctor Grant, cartografió una porción del lago Victoria. En 1862, esta vez sin la compañía de Grant, encontró el origen del Nilo en una pequeña caída de agua, a la que llamó "las cataratas de Ripon". La expedición se propuso seguir el curso del Nilo río abajo, pero las guerras tribales en las inmediaciones le hicieron desistir de su intento.

Ya de vuelta en Reino Unido, Speke publicó su diario "Journal of the Discovery of the Source of the Nile", en 1863. En 1864, durante una cacería, Speke fue herido con su propia arma. Todavía hoy existe la duda sobre si fue un accidente o un suicido.