domingo, 3 de mayo de 2009

Mochila


- Botiquín:
- Relec (repelente antimosquitos).
- Promaden (antimalárico).
- Resochín (Quinina).
- Polaramine.
- Omeprazol.
- Lomper (antiparasiatario intestinal).
- Filvit (antipiojos)
- Compuesto multi-vitamínico.
- Paracetamol.
- Tiritas.
- Suero fisiológico.

- Ropa:
- Pantalones largos.
- Pantalones cortos.
- Zapatillas trekking.
- Camisas de manga larga.
- Camisas de manga corta.
- Camisetas de manga larga.
- Camisetas de manga corta.
- calcetines.
- slips.
- Gorra.
- Braga o pañuelo.
- Toalla.
- Impermeable.
- Chaleco multibolsillo.

- Accesorios:
- Saco.
- Mosquitera.
- Navaja multiusos.
- Espejo pequeño.
- Prismáticos.
- Brújula.
- Cantimplora.
- Linterna.
- Vaso, plato. Juego de cubertería.
- Juego de costura.
- Pinzas.
- Maquinilla.
- Cargador de pilas.
- Hilo dental.
- Cámara de fotos.
- Disco extraíble.
- Armónica.
- 4 Moleskines.
- Acuarelas, sanguina, grafito.

- Alimento intelectual:
- Moliere (Le medecina malgré lui, L'avare, Le misanthrope, Le bourgeois gentilhomme).
- Shakespeare (Comedy plays).
- Rimbaud.
- Verlaine.
- Voltaire (Zaire).
- Baudelaire (Les fleurs du mal).
- Dylan Thomas
- T.S Eliot
- Freud (Psicopatología de la vida cotidiana, New introductory lectures on Psychoanalysis).
- Platón (Fedón. Fedro)

viernes, 1 de mayo de 2009

Fisiología del miedo

Imaginemos el siguiente escenario: un individuo está caminando por la selva cuando de repente se topa con un gorila agresivo y furioso avanzando hacia él entre alaridos. La primera reacción de esta persona será correr al árbol más próximo y encaramarse a él o parapetarse detrás de un arbusto o un tronco.

Cuando un individuo se encuentra ante una tesitura de este tipo (una coyuntura de aparente peligro), su primera respuesta, la más instintiva, será la denominada "reacción de lucha o huida” ( "flight or fight response" en inglés); es decir, el el individuo evaluará las circunstancias específicas del momento, que le llevarán a decidir si és más conveniente hacer frente a la bestia o por el contrario, es recomendable poner pies en polvorosa. Se asume que este proceso automático tiene una fuerte raigambre evolutiva, remontándose a los tiempos en que la especie humana debía desafiar peligros extremos en forma de predadores, para asegurarse la supervivencia. Esta sería la ruta "directa" por la que viajaría la información. Existe otra ruta "indirecta", donde la informacion pasa a través del cortex, en un proceso consciente de evaluación y análisis de la situación, antes de acceder a la amigdala. Llámesele pensamiento.

La ruta “directa” conduce la información vía subcortical (por debajo del cortex), directamente al sistema límbico:

Gráfico del sístema límbico.

El sistema límbico es la parte del cerebro que gestiona las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.La información proveniente del exterior viaja desde el órgano receptor visual, el ojo, hasta el tálamo (algo así como una estación de paso por donde pasa y se procesa toda, absolutamente toda la información que recibimos del exterior) para terminar accediendo a la amigdala. La amigdala es el auténtico órgano regulador de las emociones (alegría, tristeza, sorpresa, disgusto, ira o miedo). La ruta "directa", al ahorrarse el paso de la información por el cortex recorrerá menor distancia, lo cual permitirá percibir el peligro de forma más rápida y generar así una pronta respuesta a la amenaza.

Por lo tanto, si vemos que un gorila se dirige hacia nosotros con cara de pocos amigos es probable que nuestra primera reacción sea actuar rápidamente, antes incluso de registrar la existencia misma del gorila en nuestro cerebro. Necesitaremos, por lo tanto, canalizar la energía desde las partes del cuerpo que menos la necesiten en ese momento concreto (sistema digestivo, por ejemplo) hacia las que sí la necesiten, como el cerebro, el corazón y los músculos que articulan el esqueleto (para correr).

Llegado a este punto el “sistema simpatético” (por lo general "activador" de las funciones vitales) se impondrá sobre el parasimpatético ("desactivador o relajador" de las funciones vitales, por lo general), de forma que pueda originarse una pronta respuesta ante la situación de marras. Los axons (filamentos neuronales por los que viaja la información de neurona a neurona) simpatéticos del sistema nervioso autónomo (que regula los órganos internos) comenzarán a estimular las glándulas suprarrenales, que automáticamente segregarán hormonas en sangre. Hormonas como la adrenalina o la noradrenalina aumentarán el ritmo cardiaco, lo cual incrementará rápidamente el abastecimiento de flujo sanguíneo hacia los músculos del esqueleto. El sistema simpatético estimulará así las actividades más primarias y vitales, al tiempo que relajará las secundarias y menos indispensables.

El sistema nervioso somático comenzará entonces el proceso de inervación de los músculos esqueléticos. Las neuronas de nuestro cortex motor primario (parte del sistema nervioso somático encargado de la locomoción) estarán recibiendo información desde otras áreas corticales.
Estas neuronas transmitirán el impulso eléctrico enviándolo a través de las axons y liberando neutrotransmisores en las sinápsis (terminales) de los músculos. El músculo esqueletal se activará y entonces podremos correr o trepar un arbol o tratar de escondernos en algún sitio.

Una vez nos hemos puesto a salvo -si es que lo logramos- el sistema parasimpátetico tomará el relevo al simpatético y comenzará el proceso inverso. El sistema parasimpatético permitirá entonces a nuestro sistema volver a sus niveles normales. Por lo contrario, si creemos que la amenaza persiste, los niveles hormonales seguirán siendo altos y permaneceremos en un estado de ansiedad extrema. Tal nivel de ansiedad sólo podrá menguar una vez el peligro haya pasado totalmente y seamos capaces de evaluar la situación más tranquilos.
Por la ruta "indirecta", sin embargo, según nos estemos girando para salir corriendo comenzaremos a registrar conscientemente la información y podremos entonces estudiar o analizar la situación peligrosa. Quizá podamos caer en que los gorilas rara vez atacan abiertamente si no se sienten amenazados y que nuestra decisión de subirnos a un árbol, aparte de absurda, pues los gorilas son excelentes trepadores, no tiene razón de ser.

Un botón de muestra:

Exploración británica en África


Henry Morton Stanley.- Fue el que acuñó la famosa frase "Doctor Livingstone... ¿supongo?". Británico de nacimiento pero norteamericano de adopción, trabajó como corresponsal para el New York Herald. Corría el año 1969 cuando , durante una estancia en Madrid, le fue encomendada la rocambolesca misión de encontrar al Dr. Livingstone, al que se creía perdido o muerto en el lejano y entonces desconocido continente africano. Así relata Stanley el momento del emocionante encuentro en Ujiji:

- "Buenos días, señor"

- "Al escuchar tal saludo proviniendo de aquella ingente masa de negros, no pude sino agitarme y girar sobre mis espaldas, tratando de encontrar al autor de aquellas palabras, encontrándole a mi lado con la tez más oscura imaginable, pero con gesto animado y alegre -un tipo ataviado con una larga camisa negra y un turbante de forro americano alrededor de su lanuda cabeza; entonces le pregunté:

- "¿Y tú quién diablos eres?"

- "Soy Susi, el empleado del Dr. Livingstone", dije él sonriendo y mostrando una reluciente hilera de dientes.

- "!Comó! ¿Está aquí El Dr. Livingstone?

- "Así es, señor"

- ¿En este poblado?

- "Si señor"

- ¿Estas seguro?

- "Seguro, seguro, señor". Como no iba a estarlo si acabo de estar con él ahora mismo"

- "Buenos días, señor" dijo otra voz.

- "Hola", dije yo, " ¿es este otro sirviente"?

- "Si, señor"

- "Muy bien, ¿y cómo te llamas?"

- "Me llamo Chumah, señor"

- "¿Cómo? ¿Chumah, el amigo de Wekotani?

- "Si, señor"

- "Y el doctor ¿se encuentra bien?"

- "No muy bien, señor"

- "¿Donde ha estado durante tanto tiempo?"

- "En Manyuema"

- "Bien, ahora tu Susi, corre y dile al Doctor que voy en su encuentro"

-"Si, señor" y salió disparado como un loco.

"Para entonces ya nos encontrábamos a doscientas yardas del poblado y el cerco de multitud se estrechaba en torno nuestro, casi impidiendo nuestra marcha. Se apreciaban banderas y estandartes; los árabes y los wangwana se abrían paso entre la multitud para poder saludarnos, ya que, según creían ellos, nosotros les pertenecíamos. Pero lo que más maravilló a todos fué... ¿Cómo diablos llegué usted desde Unyanywembe?"

"Pronto vino Susi otra vez corriendo y me preguntó por mi nombre; le había comunicado al Doctor que ya iba hacia allá, pero el Doctor pareció demasiado sorprendido como para creerle y a Susi le extrañó que le pidiese mi nombre.

Sin embargo, durante la ausencia de Susi, al doctor ya le habían llegado noticias de que, en efecto, había un hombre blanco que se dirigía a su encuentro, que hacía uso de sus armas y cuya bandera enarbolaba a la vista de todos; y los grandes mercaderes árabes de Ujiji -Mohammed bin Sali, Sayd bin Majid, Abid bin Suliman, Mohmmed bin Ghaib, y otros - se habían reunido en torno a la casa del Doctor, y éste había salido de su veranda para discutir el asunto y esperar mi llegada.


(.......)

Entonces hizo lo que creí más digno posible. Empujé a las masas que se apiñaban en torno a mí y, pasando por el costado, descendí por una auténtica avenida humana hasta que llegué al semicírculo formado por los árabes, ante los cuales se encontraba "hombre blanco de barba gris".

Según avanzaba hacia él observé un hombre de apariencia lánguida, paliducha y algo prudente, con mostacho y patillas encanecidas, un sombrero azul con una banda dorada alrededor en fondo vermellón, un chaleco rojo y unos pantalones grises y viejos.

Hubiese corrido a abrazarle, de haber tenido el coraje suficiente para hacerlo ante toda esa muchedumbre. Le habría abrazado, pero no sabía como me recibiría; por lo tanto, hice lo que mi falso orgullo y cobardía moral me aconsejaban era la decisión más acertada en aquella situación concreta - avancé deliberadamente hacia él, me quité el gorro y dije:

"Dr. Livinstone ¿supongo?"


David Livingstone

Nació en Glasgow en 1813 y muchos lo consideran el explorador por excelencia. Desembarcó en Africa con dos objetivos primordiales: preconizar el mensaje misionero y abrir nuevas rutas comerciales que fuesen beneficiosas para ambas civilizaciones. En 1836 exploró el desierto del Kalahari y se adentró en Africa siguiendo el curso del Río Zambeze. En su periplo expedicionario descubrió una inmensa caída de agua a la que nombró "cataratas Victoria". Protagonizó a su vez el famoso encuentro con Henry Morton Stanley en las estribaciones de Ujiji, hoy Tanzania. De esta reunión nacería una nueva expedición para hallar el origen del río Nilo, objetivo que nunca se vió consumado.

Es famoso su episodio con el León en tierras de Botswana, que plasmó en su diario "Missionary Travels and Researches in South Africa":

(....) Es cosa sabida que si se logra dar muerte a un león, los demás que le acompañan aprovechan la advertencia y abandonan aquella parte del país. Con este motivo, tomé yo parte en la primera cacería que se organizó, a fin de animar a los cazadores a librarse de la calamidad que sobre ellos pesaba, destruyendo a uno de aquellos merodeadores.

(.....)

Al ver que no conseguíamos matar a ninguno, decidimos regresar a la aldea. Sin embargo, ya al pie de la colina, divisé un león sentado, como el primero, sobre una roca; pero estaba en parte oculto por un matorral, y como me hallaba a unos treinta metros de distancia, procuré asegurar la puntería a través de la espesura, y disparé los dos cañones de mi rifle. Unos entonces gritaron: "!Lo ha matado, lo ha matado!"; diciendo otros al mismo tiempo: "!le han dado dos al mismo tiempo; cojámoslo!". Por mi parte, a ningún otro ví que lo disparase, pero sí pude observar la cola del león furiosamente erizada y, volviéndome hacia los aldeanos, dije: "Esperad un poco hasta que vuelva a cargar". Cuando estaba cargando las balas oí un grito general y, al volverme agitado, vi al león que en aquel instante se precipitaba sobre mí. Yo me hallaba en una pequeña elevación: el león me hizo presa por la espalda en el momento mismo de lanzarse sobre mí y ambos caímos a tierra. Me zahería de un lado a otro, rugiendo horriblemente junto a mi oído, como hace un gato con un ratón, y aquella caída produjo en mí un estupor semejante al que debe producir al ratón la primera impresión de las uñas del gato. Sentí una especie de desavanecimiento, pero sin experimentar dolor alguno y sin que el terror me agitase, a pesar de ser perfectamente consciente de todo cuanto estaba pasando; y era el mío un estado análogo a los que dicen haberse sometido a la influencia parcial del cloroformo, que presencian toda la operación y no sienten el bisturí. La singular condición en que me hallaba no era producto de ninguna reflexión mental; era que el choque me había hecho insensible al temor y no me dejaba experimentar terror alguno al contemplar a la fiera. (....) En mis esfuerzos y desesperados movimientos para librarme del león, una de cuyas garras pesaba sobre mi cabeza, vi que éste dirigía sus miradas a Mebalwe, el cual trataba de dispararle desde una distancia de unos diez o quince metros. Su rifle, sin embargo, aunque de dos cañones, era de chispa, y falló las dos veces; pero el león me soltó de repente y se abalanzó sobre él, apresándolo por una pierna. Otro de los que nos acompañaban, cuya vida había yo salvado curándole de las heridas que un búfalo le había causado, intentó a su vez lancear al león mientras mordía a Mebalwe; pero en aquel momento lo soltó y cogió al otro por la espalda.

Felizmente para nosotros, las balas que habían penetrado en su cuerpo hicieron su efecto en aquel momento, y el león cayó exánime en esos momentos. Todo había ocurrido en unos instantes, y sus esfuerzos supremos tuvieron que ser el paroxismo de su rabiosa agonía. Con objeto de librarse del encanto que el cuerpo de la fiera pudiera encerrar, los bakatla al día siguiente hicieron una hoguera sobre su cadáver, del cual, por cierto, dijeron que era el del mayor león que se había visto. En cuanto a mí, además de romperme el hueso, me dejó once marcas de dientes en la parte superior del brazo (....).

Livingstone murió en 1873. Sus restos fueron llevados de vuelta a Inglaterra y enterrados con todos los honores en la Abadía de Westminster, junto a los de otros personajes ilustres como Newton o Darwin.

Richard Burton

Explorador, traductor y escritor, conocido por sus viajes a Asia y Africa. Burton nació el 19 de marzo de 1821 en Devon. En 1843 engrosó las filas de la Armada para la compañía del Asia del Este, donde hizo uso de su excelente conocimiento de las lenguas locales para facilitar su labor de espionaje e inteligencia. En 1853, tras dejar la Armada, emprendió una peregrinación a la Meca, que hizo disfrazado y cuyo relato le convirtió en celebridad en el Reino Unido. Al año siguiente exploró el territorio hoy perteneciente a Somalia junto con varios oficiales, entre los que se contaba John Speke, a la postre gran explorador. En 1857, Burton y Speke se embarcan en una expedición, sufragada por la Royal Geographical Society, para adentrarse en los territorios inexplorados desde la costa este africana, con el objetivo de encontrar el origen del río Nilo. Una vez llegados al lago Tanganyka, Burton apenas podía caminar y Speke decidió seguir viajando sólo, descubriendo el lago Victoria. Speke estaba convencido que origen del río Nilo tenía lugar en algún punto del lago. Burton se mostró excéptico ante esta postura y a raíz de ello comenzó un agrio debate público entre los dos que fue muy notorio en su tiempo y que terminó abruptamente en septiembre del año 1864, cuando Speke falleció en extrañas circunstancias.

Tras viajar posteriormente a Brasil y Damasco, finalmente se estableció en Trieste (Italia), donde fue nombrado embajador, posición que le dió mucho tiempo para escribir. Fue nombrado caballero en 1886. Burton fue un autor prolífico, destacando sus libros de viajes y de etnografía. Fue también traducotr de literatura clásica y renacentista, con un particular interés por la literatura erótica. Suyas fueron las primeras traducciones del Kama Sutra (1883) y el Jardín Perfumado (1886), así como la traducción oficial de "Las mil y una noches" (1885-88). Murió en Trieste en 1890.

John Speke

Nació en Bidefor, Devon, en 1827. Formó parte del ejército británico en 1844 y sirvió en la India, en la zona de Punjab. Viajó al Himalaya y al Tíbet. En Abril de 1855 integró la expedición organizada por Richard Burton para explorar tierras de Somalia. Fue herido de gravedad en un ataque al campamento de la expedición perpetrado por bandidos somalíes, teniendo que regresar a Inglaterra. Tras esto, marchó como voluntario a la guerra de Crimea, liderando un regimiento de soldados Turcos. En 1856, aceptó una invitación de Richard Burton para incorporarse a la expedición que estaba organizando para buscar y encontrar la región conocida de "los grandes lagos" y que ningún occidental había pisado hasta entonces. Más concretamente el objetivo era buscar el lago Nyassa, cuyas aguas podrían ser la cuna del río Nilo. Partieron desde Zanzibar en junio de 1857 y exploraron la costa este africana durante seis meses, hasta encontrar la ruta más idonea tierras adentro. Fueron los primeros europeos en llegar al lago Tanganika, en 1858. De vuelta en Zanzíbar, Burton cayó enfermó y Speke decidió seguir con la expedición rumbo norte él solo. En julio encontró un gran lago al que llamó "Victoria", en honor a la reina inglesa. La teoría de Speke era que el origen del río Nilo se encontraba en algún punto de las estribaciones de este lago, teoría que fue rechazada por Burton, dando pie a la famosa contienda dialéctica entre los dos. La Royal Geographical Society financió una nueva expedición a Speke para resolver esta disputa. De esta forma, Speke, en compañía del doctor Grant, cartografió una porción del lago Victoria. En 1862, esta vez sin la compañía de Grant, encontró el origen del Nilo en una pequeña caída de agua, a la que llamó "las cataratas de Ripon". La expedición se propuso seguir el curso del Nilo río abajo, pero las guerras tribales en las inmediaciones le hicieron desistir de su intento.

Ya de vuelta en Reino Unido, Speke publicó su diario "Journal of the Discovery of the Source of the Nile", en 1863. En 1864, durante una cacería, Speke fue herido con su propia arma. Todavía hoy existe la duda sobre si fue un accidente o un suicido.