viernes, 1 de mayo de 2009

Fisiología del miedo

Imaginemos el siguiente escenario: un individuo está caminando por la selva cuando de repente se topa con un gorila agresivo y furioso avanzando hacia él entre alaridos. La primera reacción de esta persona será correr al árbol más próximo y encaramarse a él o parapetarse detrás de un arbusto o un tronco.

Cuando un individuo se encuentra ante una tesitura de este tipo (una coyuntura de aparente peligro), su primera respuesta, la más instintiva, será la denominada "reacción de lucha o huida” ( "flight or fight response" en inglés); es decir, el el individuo evaluará las circunstancias específicas del momento, que le llevarán a decidir si és más conveniente hacer frente a la bestia o por el contrario, es recomendable poner pies en polvorosa. Se asume que este proceso automático tiene una fuerte raigambre evolutiva, remontándose a los tiempos en que la especie humana debía desafiar peligros extremos en forma de predadores, para asegurarse la supervivencia. Esta sería la ruta "directa" por la que viajaría la información. Existe otra ruta "indirecta", donde la informacion pasa a través del cortex, en un proceso consciente de evaluación y análisis de la situación, antes de acceder a la amigdala. Llámesele pensamiento.

La ruta “directa” conduce la información vía subcortical (por debajo del cortex), directamente al sistema límbico:

Gráfico del sístema límbico.

El sistema límbico es la parte del cerebro que gestiona las respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales.La información proveniente del exterior viaja desde el órgano receptor visual, el ojo, hasta el tálamo (algo así como una estación de paso por donde pasa y se procesa toda, absolutamente toda la información que recibimos del exterior) para terminar accediendo a la amigdala. La amigdala es el auténtico órgano regulador de las emociones (alegría, tristeza, sorpresa, disgusto, ira o miedo). La ruta "directa", al ahorrarse el paso de la información por el cortex recorrerá menor distancia, lo cual permitirá percibir el peligro de forma más rápida y generar así una pronta respuesta a la amenaza.

Por lo tanto, si vemos que un gorila se dirige hacia nosotros con cara de pocos amigos es probable que nuestra primera reacción sea actuar rápidamente, antes incluso de registrar la existencia misma del gorila en nuestro cerebro. Necesitaremos, por lo tanto, canalizar la energía desde las partes del cuerpo que menos la necesiten en ese momento concreto (sistema digestivo, por ejemplo) hacia las que sí la necesiten, como el cerebro, el corazón y los músculos que articulan el esqueleto (para correr).

Llegado a este punto el “sistema simpatético” (por lo general "activador" de las funciones vitales) se impondrá sobre el parasimpatético ("desactivador o relajador" de las funciones vitales, por lo general), de forma que pueda originarse una pronta respuesta ante la situación de marras. Los axons (filamentos neuronales por los que viaja la información de neurona a neurona) simpatéticos del sistema nervioso autónomo (que regula los órganos internos) comenzarán a estimular las glándulas suprarrenales, que automáticamente segregarán hormonas en sangre. Hormonas como la adrenalina o la noradrenalina aumentarán el ritmo cardiaco, lo cual incrementará rápidamente el abastecimiento de flujo sanguíneo hacia los músculos del esqueleto. El sistema simpatético estimulará así las actividades más primarias y vitales, al tiempo que relajará las secundarias y menos indispensables.

El sistema nervioso somático comenzará entonces el proceso de inervación de los músculos esqueléticos. Las neuronas de nuestro cortex motor primario (parte del sistema nervioso somático encargado de la locomoción) estarán recibiendo información desde otras áreas corticales.
Estas neuronas transmitirán el impulso eléctrico enviándolo a través de las axons y liberando neutrotransmisores en las sinápsis (terminales) de los músculos. El músculo esqueletal se activará y entonces podremos correr o trepar un arbol o tratar de escondernos en algún sitio.

Una vez nos hemos puesto a salvo -si es que lo logramos- el sistema parasimpátetico tomará el relevo al simpatético y comenzará el proceso inverso. El sistema parasimpatético permitirá entonces a nuestro sistema volver a sus niveles normales. Por lo contrario, si creemos que la amenaza persiste, los niveles hormonales seguirán siendo altos y permaneceremos en un estado de ansiedad extrema. Tal nivel de ansiedad sólo podrá menguar una vez el peligro haya pasado totalmente y seamos capaces de evaluar la situación más tranquilos.
Por la ruta "indirecta", sin embargo, según nos estemos girando para salir corriendo comenzaremos a registrar conscientemente la información y podremos entonces estudiar o analizar la situación peligrosa. Quizá podamos caer en que los gorilas rara vez atacan abiertamente si no se sienten amenazados y que nuestra decisión de subirnos a un árbol, aparte de absurda, pues los gorilas son excelentes trepadores, no tiene razón de ser.

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