miércoles, 16 de diciembre de 2009

Dia del Gorila


La verdadera selva la tenemos en Bayanga. Uno se convierte el centro de todas las miradas cada vez que baja desde el campamento y no del todo hospitalarias. La gente siempre quiere algo de ti -generalmente dinero-. Casi nadie tiene trabajo. Al caer la tarde todo el mundo deambula borracho por ahi. Bayanga tiene un lugubre aire de desesperanza.

Mientras, los "blancos", el proyecto de la WWF, dan la sensacion de vivir un poco al margen de todo esto. Hacen su aparicion en el pueblo a bordo de sus potentes toyotas, para hacer lo que tengan que hacer y luego desaparecer, poniendo rumbo al complejo administrativo, que esta situado a las afueras del pueblo, en la zona digamos VIP. No se vislumbra un verdadero intercambio cultural. Es como si el proyecto fuera un mero componente alienigena, periferico del pueblo, ajeno al triste devenir cotidiano de un pueblo fracasado.

El 30 de septiembre se celebraba en Bayanga el ‘Dia del Gorila’ (2009 es el anyo oficial del gorila). Se llevaban a cabo distintas actividades destinadas a promover la imagen de los gorilas entre la poblacion local, con el objeto de involucrar a los lugareños activamente en los esfuerzos por su conservacion. Yo baje para ayudar. La primera actividad tenia lugar en la escuela, por la manana. Se instalo un buffet para las personalidades principales (entre las que yo, en calidad de ‘munyu’ me encontraba, a pesar ser el ultimo mono). Hubo ademas una demostracion de danza tradicional ‘BaAka’ ;



Mas tarde tuvo lugar un concurso para los ninyos -tanto Bantu como BaAka- cuyo premio consistia en una visita al grupo de mangabeys habituados que vive cerca del campamento. La sesion en la escuela finalizo con una presentacion sobre Makumba y su familia. Para entonces yo ya me encontraba realizando ejercicios de calentamiento con el equipo de futbol oficial de Bai Hokou, los "gorilas de Bai Hokou" (como no podia ser de otra forma) y en el cual, curiosamente, no jugaba nadie del campamento, a escepcion mia. Nos enfrentabamos al equipo local, los "tigres de Bayanga". Esta actividad supuso todo un acontecimiento en el pueblo. No voy a ocultar mis dudas ante lo que estaba haciendo, esto es, batirme en duelo con aguerridos africanos para quienes probablemente este era el partido de su vida, con una renqueante rodilla, un campo lleno de calvas y ademas, siendo el unico blanco.


Mi amor al balon estuvo por encima de todo. Estaba dispuesto a emular al mismisimo Maradona y ensenarles a estos africanos como se las gastaba un blanco, un ‘munyu’, con el cuero entre las botas. Pedi que me diesen el centro del campo, por supuesto, de organizador.

Tras una larga serie de calentamientos, entre las que se incluia una danza africana que me toco bailar como miembro del equipo –mofa incluida- saltamos al terreno de juego. El pueblo en pleno habia asistido al evento y rodeaba el campo de juego en su totalidad. Probablemente era el partido mas concurrido que habia jugado en mi vida. unas dos mil personas se aglutinaban alrededor del pelado campo. 2000 negros y un blanco. Ni rastro de los del proyecto.

El esferico echo a rodar. Se impuso un ritmo alto y la estrategia de nuestro equipo pronto quedo clara ; patadon y tentetieso. Yo procuraba, como podia, persuadir a mis companeros de bajar la bola, de mirar al companero, de hacer circular la pelota, con resultados bastante infructuosos. Los ‘Tigres’ se mostraban menos anarquicos, se asociaban mas que nosotros y pronto comenzaron a menearnos, sino mearnos, y a llegar con cierto peligro. Aun si, todavia tuve tiempo de realizar un par de fintas y un pase en profundidad que pulverizo las filas enemigas, dejando el gol en franquicia para Gavanise, nuestro punta, que marro la clarisima ocasion con escasa fortuna. Estaba ya echando el higado cuando, alrededor de los 40 minutos, me cambiaron. Me encanto intercambiar palmadas de compañerismo con los miembros del banquillo, mas si cabe en aquellas circunstancias, donde todo conspiraba -la raza, la cultura, la falta de oportunidades- para aumentar la desigualdad entre nosotros. Ahora vestiamos la misma camiseta. Y todo por un mero, simple e insignificante partido de futbol. Es la grandeza de este deporte. Asisti al resto del encuentro desde el banquillo, mezclado entre los jugadores, entrenador, amigos de los jugadores, espontaneos y demas individuos, todos apiñados los unos contra los otros y voceando estruendosamente. Fue la mejor ocasion para enfundarse en el traje de espia y contemplar las evoluciones, no solo del encuentro, sino del espectro social en su conjunto. La gente se metio tanto en el partido que en un momento dado se olvido de mi presencia y empezo a comportarse como de forma natural, sin guardarme la mas minima atencion, todos concentrados en el partido, vituperando al arbitro, vitoreando al equipo, jaleando el partido con estruendo ensordecedor... Calle y contemple, fundido entre la multitud.

Los nuestros mejoraron en la segunda parte. El partido acabo 1 – 1 y la cosa desemboco en los penaltis. Un gentio abrumador -sobre todo jovenes y ninos- se arremolinaba en torno al jugador y la porteria donde se encontraba el portero. Recuerdo un colosal maremagnum de voces, carcajadas, risas, vitores y esa mirilla desde la que yo asistia a todo, fundido entre la poblacion como el mas taimado espia. Baste anadir, como dato insustancial, que caimos en los penalties y el otro equipo se llevo la copa. Los mios lloraban desconsoladamente. Era el partido mas importante de sus vidas, y, para que enganarnos, probablemente tambien de la mia.

Por la noche, hubo una demostracion de baile tradicional Bantu. Los canticos, los espasmodicos movimientos de los bailarines en trance, al son de un tam tam enfebrecido, diabolico… todo conspiraba para experimentar lisergicos viajes hacia el pasado, a una epoca de exploradores de los verdad, de los que se adentraban en un continente negro con unos medios que nada tenian que ver con los de ahora, enfrentandose a las fieras y a unas poblaciones tribales no del todo hospitalarias .

Algo asi como Bayanga.

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