miércoles, 2 de diciembre de 2009

Visitantes de la noche 2


Ultimamente hemos recibido la recurrente y mastodontica visita nocturna de los elefantes en el campamento. Todos han elegido la entrada contigua a mi habitacion para hacer acto de aparicion. El primer dia de este particular turno de visitas los elefantes se quedaron a las puertas, ramoneando hojas de doto por encima del precario vallado que rodea el campamento. Un sordo crujir de ramas -inconfundible- quebranto mi sueno a media noche y me levante a ver que pasaba. Me acerque con el maximo sigilo a la rejilla que funciona como ventana-mosquitera de mi habitacion y apunte el foco de mi linterna hacia el lugar de donde provenia el ruido. Un par de voluminosas sombras marrones, algo difuminadas entre la oscuridad de la noche, se alimentaban tranquilamente ante mi choza. Percibieron la luz de la linterna apuntandoles pero no parecieron inmutarse. Tras unos segundos de cautela siguieron a lo suyo. Poseido por el sentido de la temeridad mas absoluta decidi salir de mi habitacion, arropado por las tinieblas, y me aposte en uno de las columnas de madera para escucharles en silencio. He de reconocer que mi respiracion era entrecortada, sobre todo cuando encendia la linterna y apuntaba hacia ellos. Solo nos separaba una misera valla, escasos metros de distancia y la oscuridad de la noche. Permaneci un largo rato en silencio, escuchando tan solo sus leves y guturales grunidos al llevarse la vegetacion a la boca, con una ingente filarmonica de los grillos como corifeo de fondo.

Al dia siguiente la visita fue mas calida todavia. Un elefante se colo dentro del campamento y se dedico a zampar el doto que crece por detras de mi habitacion. Tambien dejo algun que otro regalito. Hubo momentos que le escuchaba directamente al otro lado de la pared de mi habitacion, deshojando con fruicion la vegetacion, silencioso como el mismisimo diablo. Al ver que no tenia planteamiento de irse, me levante para intentar persuadirle pero... ?como?. Otro elefante, otra noche en vela. La cosa dejaba de tener tanta gracia. Sali de mi habitacion en silencio y avance por la veranda para asomarme al otro lado de la habitacion, donde se encontraba el elefante. Apunte mi linterna en esa direccion. Un protuberante cabezon asomaba por aquella esquina, con unos mas que decentes colmillos de alrededor de un metro. He de reconocer que me achante y volvi a mi habitacion, por si las moscas. Alli me acorde que alguien me dijo que un buen modo de ahuyentar los elefantes era aporreando una lata vacia con algo metalico. Hice lo propio, con un vaso de metal que tenia a mano. La cosa funciono y el elefante abandono prudentemente el campamento por donde habia venido, no sin dejar un buen recuerdo de su paso.




El ultimo dia les falto llamar a mi puerta. Una elefanta y su pequena cria devastaban el coqueto campo de doto que tengo ante mi habitacion. Esta vez me deje de expediciones temerariasy decidi espiarles desde dentro de mi habitacion. Una vez se hubo alejado una distancia prudencial, sali de la habitacion y me diriji al centro del campamento. Me toco ejercer de centinela improvisado en caso de que algun desprevenido se levantase para ir al servicio.... La cosa dejo definitivamente de tener gracia.

1 comentario:

  1. menudos visitantes nocturnos jejejej..lo tuyo es toda una experiencia!! besos!!

    ResponderEliminar