miércoles, 16 de diciembre de 2009

Makumba en Bai Hokou ll

Makumba amanece en la salina, en una mañana tibia y gris. Una ligera bruma se cierne sobre la atmosfera . Varias aves sobrevuelan el claro entre graznidos, desapareciendo tras una cortina de arboles. Al fondo, dos elefantes. Los ecos del arroyuelo bajan amortiguados por el profundo silencio de un enclave inhospito. La familia de gorilas avanza lentamente, arrancando tallos de kiyeye a su paso y llevandoselos a la boca con fruicion. El canto del cuco se enquista por momentos, las mariposas juegan entre remolinos. Una luz tenue baña la salina.



La llovizna hace su aparicion. Sus gotas mojan mi rostro. El grupo avanza lentamente por la hierba, silencioso, concentrado. Malui porta al pequeño Tembo sobre sus espaldas, siempre cerca de Makumba. Mopambi, la ultima hembra en el ranking, se acerca al jovencito Kunga y lo desplaza de una proliferacion de kiyeye. Este la observa con cara de circunstancias. Tras convencerse de la imposibilidad de conseguir el manjar se aleja enrabietado dandose golpes de pecho. Makumba lo observa todo. La salina esta en silencio. La salina languidece.

La lluvia se intensifica. Makumba y los suyos cruzan el riachuelo y se dirijen hacia la jungla. Antes de desaparecer, Makumba se vuelve hacia nosotros y nos dedica una mirada de desconfianza. La llovizna le azota el rostro, igual que a mi. Chasqueo mi boca para apaciguarle. Entonces, me da la espalda y se aleja dandose golpes de pecho. Makumba no entiende la lluvia. Makumba no entiende nada.



El gran aguacero coge al grupo en un arbol de Mbaso. A nosotros nos pilla en una zona semi-pantanosa de helechos gigantescos. Construimos un refugio. Las horas pasan, mientras la lluvia arrecia. La familia Makumba aguarda estoicamente a que amaine el aguacero, sin moverse de las ramas, mojandose sin remedio. Puedo observar la figura de Makumba, soberana, majestuosa, recortandose sobre el cielo gris, como un lejano ancestro que quedo esculpido en el tiempo. Su imagen de golgota de la jungla trae reminiscencias de vertigo. Nada ha cambiado. La lluvia cae a todos por igual.

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