jueves, 17 de diciembre de 2009

Makumba muy de cerca


Hay ocasiones en las que las ansias de encontrar el mejor lugar posible para observar a Makumba me llevan a perder cierta nocion de la propia seguridad. Suelo adelantarme unos pasos por delante de los BaAka. Esto puede acarrear consecuencias como las del otro dia, en que Makumba me dedico un par de grunidos secos de advertencia, siempre persuasivos, informandome de que me estaba cogiendo demasiadas confianzas. Y es que no es otro que el quien marca las distancias y los momentos. No es otro que el quien dirime quien manda en estas selvaticas coordenadas. Ese mismo dia, sin ir mas lejos, Makumba descendio de un arbol de Ekombe -del cual solo nos separaba una distancia de tres metros- y decidio permanecer alli sentado, al lado del tronco, rendiendo debida cuenta de las ramas repletas de sabrosas hojas que habia bajado entre sus colmillos.

No nos quedo otra que permanecer en el sitio, pues cualquier movimiento en falso podria desencadenar un posible ataque de furia por su parte. Pero Makumba estaba relajado y no parecia reparar demasiado en nosotros, mientras devoraba sin parar hojas de Ekombe. Mi indiscrecion, quiza temeraria -quiza no- me impulsaba a echarle miradas directas y ocasionales. Pocas cosas me parecian en ese momento que pudiesen acercarse mas a la verdadera contemplacion de la Naturaleza. No podia perder tal oportunidad.. Es dificil describir lo que sentia cuando nuestras mirabas se cruzaban. !Velocidad, vertigo, vorágine ! Haria falta un poeta para estas cosas…. ¿Que pasaria por su cabeza? ¿Nada quiza? ¿Solo una estupida y profunda contemplacion de lo que hay alrededor? Podia percibir la gran dimension de su impresionante cabezota, la profundidad de sus ojos hundidos en la negrura de su rostro, la formidable musculatura de sus brazos...

Un temible y majestuoso especimen antropomorfo, alimentandose a escasos tres metros de ti. No dejas de tener presente que podria hacerte papilla de un simple manotazo. Pero el animal, tan similar a nosotros y !ay ! tan diferente, seguia tranquilamente en su sitio, masticando Ekombe apaciblemente.

Requiere lo mejor de uno mismo mirar a un gorila a los ojos cuando no hay reja ni cristal de por medio. No podia mirarle de cualquier manera. Sentia que si Makumba percibia el menor atisbo de miedo en mis ojos, lo percibiria como una amenaza, lo cual desencadenaria una reaccion nada positiva para mis intereses. De modo que lo mire como nunca he hecho en mi vida, esto es, de la forma mas angelical posible. Y lo curioso es que no era impostura (o al menos eso creia). Hacia esfuerzos por mirarle de forma noble -lo cual no deja de ser sospechoso- , consiguiendolo a veces, quiza la mayoria (por la cuenta que me traia). Impostada o no, mi angelical mirada parecia funcionar, tratando de enviarle el siguiente mensaje : ‘Aqui estoy, no quiero hacerte danyo’… Quiza ni siquiera hubiese mensaje, ya se sabe que a veces las palabras sobran. Estaba lejos, lejos de todo. Hasta los BaAka parecian haber desaparecido del escenario, solos Makumba y yo, en la inhospita Madreselva.

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