Hola Familia
No pase mala noche. Batalle con los ratones durante un par de horas, tratando de abortar sus intentos de encaramarse con descaro a mi cama. Finalmente parecieron olvidarse de mi y pude conciliar el sueno. Me desperte por la manana con el cuerpo repuesto y de buen animo ante la expectativa de emprender el viaje en las siguientes horas. Antes, sin embargo, habia de realizar varias gestiones con Francois, de modo que montamos en su jeep, destartalado pero incombustible, y nos dirigimos al centro de la ciudad. Primero cambiamos de nuevo dinero en el taller mecanico de un tal Mohamed, libanes medio miope y de mirada algo torva que se encarga de arreglar los vehiculos para la WWF. Tras una interminable hora en la que nos ofrecio bebidas, me hizo mil preguntas y en la que, en general, nada parecia ocurrir relativo al camio, finalmente llego con el fajo de billetes, le di la cantidad correspondiente y pudimos irnos. Nos pasamos entonces po el mercado a comprar papel y boligrafo (esencial). Estaba atestado de gente. No pude evitar sentirme, al descender del vehiculo, ‘blanco’ de todas las miradas (no hay mucho occidental en Bangui). Pero para entonces ya me habia hecho acopio de cierto aplomo en la respiracion y la pupila. Despues fuimos a a rellenar el certificado medico, al banco, de nuevo al taller… Veia pasar el tiempo con desesperacion.
Lo primero que hice al volver a la oficina, sobre las 16:00, fue comunicarle a Nestor, el manager general de WWF Bangui, que ya estaba preparado para marcharnos. ‘En una hora nos vamos’, me respondio. A las 17 :00 escuchaba, para mi perplejidad, como ha recogia las llaves de su mesa, cerraba la puerta de su despacho y desaparecia sin dar mayor explicacion. Asi parecen funcionar las cosas aqui, a camara lenta, sin mayor consideracion.
La gente termino su jornada de trabajo y se marcho de nuevo a sus casas. Me vi de nuevo en compas de espera, en unica compania de los ratones, con una incomoda sensacion de sudor entremezclada con el aroma del repelente antimosquitos, pero habiendo jurado no ducharme hasta llegar a Bai Hokou. El ventilador de techo, inmovil y obsoleto. Una pesada atmosfera de torridez tropical. Me recordaba esa escena de Apocalypsis Now en la que un alcoholizado Capitan Willard espera una nueva mision en Shaigon. « Waiting for a mission, getting softer » .
Pero esto no era una pelicula. Cuando nos ibamos ? Todo parecia ir a camara lenta...
No pase mala noche. Batalle con los ratones durante un par de horas, tratando de abortar sus intentos de encaramarse con descaro a mi cama. Finalmente parecieron olvidarse de mi y pude conciliar el sueno. Me desperte por la manana con el cuerpo repuesto y de buen animo ante la expectativa de emprender el viaje en las siguientes horas. Antes, sin embargo, habia de realizar varias gestiones con Francois, de modo que montamos en su jeep, destartalado pero incombustible, y nos dirigimos al centro de la ciudad. Primero cambiamos de nuevo dinero en el taller mecanico de un tal Mohamed, libanes medio miope y de mirada algo torva que se encarga de arreglar los vehiculos para la WWF. Tras una interminable hora en la que nos ofrecio bebidas, me hizo mil preguntas y en la que, en general, nada parecia ocurrir relativo al camio, finalmente llego con el fajo de billetes, le di la cantidad correspondiente y pudimos irnos. Nos pasamos entonces po el mercado a comprar papel y boligrafo (esencial). Estaba atestado de gente. No pude evitar sentirme, al descender del vehiculo, ‘blanco’ de todas las miradas (no hay mucho occidental en Bangui). Pero para entonces ya me habia hecho acopio de cierto aplomo en la respiracion y la pupila. Despues fuimos a a rellenar el certificado medico, al banco, de nuevo al taller… Veia pasar el tiempo con desesperacion.
Lo primero que hice al volver a la oficina, sobre las 16:00, fue comunicarle a Nestor, el manager general de WWF Bangui, que ya estaba preparado para marcharnos. ‘En una hora nos vamos’, me respondio. A las 17 :00 escuchaba, para mi perplejidad, como ha recogia las llaves de su mesa, cerraba la puerta de su despacho y desaparecia sin dar mayor explicacion. Asi parecen funcionar las cosas aqui, a camara lenta, sin mayor consideracion.
La gente termino su jornada de trabajo y se marcho de nuevo a sus casas. Me vi de nuevo en compas de espera, en unica compania de los ratones, con una incomoda sensacion de sudor entremezclada con el aroma del repelente antimosquitos, pero habiendo jurado no ducharme hasta llegar a Bai Hokou. El ventilador de techo, inmovil y obsoleto. Una pesada atmosfera de torridez tropical. Me recordaba esa escena de Apocalypsis Now en la que un alcoholizado Capitan Willard espera una nueva mision en Shaigon. « Waiting for a mission, getting softer » .
Pero esto no era una pelicula. Cuando nos ibamos ? Todo parecia ir a camara lenta...
No hay comentarios:
Publicar un comentario