Hola Familia
Os escribo desde las oficinas de la WWF en Bangui. El avion aterrizo en el aeropuerto Mpoko sin mayor incidencia a la hora esperada, lleno hasta los topes y en una noche humeda y lluviosa, casi ya amaneciendo. La recogida de maletas fue un delirante maremagnum de personas vociferantes y carritos por todos los lados. Tuve suerte y mi maleta salio de las primeras. A la salida me esperaba Francois, empleado de la WWF Bangui, que me abordo, antes de que lo hicieran los muchos buscavidas que a la salida merodeaban. Blandia un cartel en la mano, que leia ; GUAN ORTIGA.
Segun salimos al parking del aeropuerto comenzo a diluviar. Nos montamos en un modesto Jeep destartalado propiedad de la WWF y abandonamos el aeropuerto Mpoko. Como podreis comprender, fueron primeros momentos de expectacion y algo de nerviosismo. Francois era un tipo de pocas palabras. Por mi parte considere oportuno, en esos primeros estadios de la singladura, callar y observar. De modo que avanzabamos en total silencio en el traqueteante jeep, bajo una inmensa tromba de agua, mientras los edificios se sucedian, desconchados y semi abandonados, a ambos lados de la amplia avenida, transitada por pocos coches. Algun que otro gigantesco cartel, publicitando telefonia movil, rompia con la austeridad reinante. De camino, Francois me comunico que no podriamos poner rumbo a Bayanga ese mismo dia, que tendria que esperar a que se concretaran los preparativos del viaje.. No negare que la noticia me dejo algo intranquilo. A los 15 minutos de trayecto llegamos a la sede de la WWF Bangui. Salude al personal que se encontraba en las oficinas y deje las maletas en la salita de estar. Me ofrecieron pasar la noche en una de las habitaciones que hay en la sede (previo pago de 20 euros). Luego, puesto que nadie me hacia demasiado caso, me he dado un garbeo por las inmediaciones ; se trata de un recinto cerrado vigilado por dos guardas y una gran casa de una sola planta, con varios despachos y salas de reuniones, aparte de una habitacion con salita de estar (la mia) y otro pequeno edificio con tres habitaciones mas. Las horas pasaron sin que nadie me informase muy bien de que pasaba conmigo. Me dedique a dejar pasar las horas, sin ganas de leer, dormitando a ratos en la cama, mirando el ventilador de pared inmovil con cierta sensacion de estupor y con unas ganas terribles de poner rumbo a Bai Hokou. 15 horas, 500 km.
Sobre las 16 :00 Francois me llevo a comer a un restaurante que hay a 15 minutos de las oficinas. Tuve la oportunidad de echar un primer vistazo a la ciudad, ya sin el velo del temporal de la manana. Una ingente multitud transitaba por los arcenes de un lado a otro, portando todo tipo de articulos al hombro o a la coronilla, comercios de todo tipo, mercados atestados de gente, pequenos hostales, internets-cafe… Me llamo mucho la atencion el intenso color ocre de la tierra, intensificado tras las lluvias. Varias colinas flanqueaban la ciudad al norte-noreste, de un verve tan vivo que casi deslumbraba. El sol caia con fuerza. Francois salia de su mutismo de cuando en cuando para senalar algun edificio importante (la universidad de Bangui, la embajada francesa, el destartalado estadio nacional…). Cada cierto tramo tomabamos rotondas con grandes rotulos en forma de proclamas al pueblo, tipo… unite, dignite, travaill…o travaille, respect, developmet… y cosas asi. Las construcciones no rebasaban, en su mayoria, mas de una planta, y revelaban una gran precariedad de medios. Los materiales parecian estar escogidos de aqui y de alla, a modo de parches, si bien es cierto que a medida que uno se adentraba en el centro de la ciudad, las construcciones cobraban altura (dos o tres plantas) y podian apreciarse mas bares y terrazas por la calle. En uno de estos bares cambie dinero. Luego fuimos a comer un puoulet, que devore con fruicion.
A la vuelta no quedaba nadie en las oficinas. Francois no tardo en desaparecer. De modo que me quede yo solo en el edificio, mirando al ventilador del techo de mi algo sordida habitacion, con la unica compania de los ratones y preguntandome que cono estaba haciendo alli.
Os escribo desde las oficinas de la WWF en Bangui. El avion aterrizo en el aeropuerto Mpoko sin mayor incidencia a la hora esperada, lleno hasta los topes y en una noche humeda y lluviosa, casi ya amaneciendo. La recogida de maletas fue un delirante maremagnum de personas vociferantes y carritos por todos los lados. Tuve suerte y mi maleta salio de las primeras. A la salida me esperaba Francois, empleado de la WWF Bangui, que me abordo, antes de que lo hicieran los muchos buscavidas que a la salida merodeaban. Blandia un cartel en la mano, que leia ; GUAN ORTIGA.
Segun salimos al parking del aeropuerto comenzo a diluviar. Nos montamos en un modesto Jeep destartalado propiedad de la WWF y abandonamos el aeropuerto Mpoko. Como podreis comprender, fueron primeros momentos de expectacion y algo de nerviosismo. Francois era un tipo de pocas palabras. Por mi parte considere oportuno, en esos primeros estadios de la singladura, callar y observar. De modo que avanzabamos en total silencio en el traqueteante jeep, bajo una inmensa tromba de agua, mientras los edificios se sucedian, desconchados y semi abandonados, a ambos lados de la amplia avenida, transitada por pocos coches. Algun que otro gigantesco cartel, publicitando telefonia movil, rompia con la austeridad reinante. De camino, Francois me comunico que no podriamos poner rumbo a Bayanga ese mismo dia, que tendria que esperar a que se concretaran los preparativos del viaje.. No negare que la noticia me dejo algo intranquilo. A los 15 minutos de trayecto llegamos a la sede de la WWF Bangui. Salude al personal que se encontraba en las oficinas y deje las maletas en la salita de estar. Me ofrecieron pasar la noche en una de las habitaciones que hay en la sede (previo pago de 20 euros). Luego, puesto que nadie me hacia demasiado caso, me he dado un garbeo por las inmediaciones ; se trata de un recinto cerrado vigilado por dos guardas y una gran casa de una sola planta, con varios despachos y salas de reuniones, aparte de una habitacion con salita de estar (la mia) y otro pequeno edificio con tres habitaciones mas. Las horas pasaron sin que nadie me informase muy bien de que pasaba conmigo. Me dedique a dejar pasar las horas, sin ganas de leer, dormitando a ratos en la cama, mirando el ventilador de pared inmovil con cierta sensacion de estupor y con unas ganas terribles de poner rumbo a Bai Hokou. 15 horas, 500 km.
Sobre las 16 :00 Francois me llevo a comer a un restaurante que hay a 15 minutos de las oficinas. Tuve la oportunidad de echar un primer vistazo a la ciudad, ya sin el velo del temporal de la manana. Una ingente multitud transitaba por los arcenes de un lado a otro, portando todo tipo de articulos al hombro o a la coronilla, comercios de todo tipo, mercados atestados de gente, pequenos hostales, internets-cafe… Me llamo mucho la atencion el intenso color ocre de la tierra, intensificado tras las lluvias. Varias colinas flanqueaban la ciudad al norte-noreste, de un verve tan vivo que casi deslumbraba. El sol caia con fuerza. Francois salia de su mutismo de cuando en cuando para senalar algun edificio importante (la universidad de Bangui, la embajada francesa, el destartalado estadio nacional…). Cada cierto tramo tomabamos rotondas con grandes rotulos en forma de proclamas al pueblo, tipo… unite, dignite, travaill…o travaille, respect, developmet… y cosas asi. Las construcciones no rebasaban, en su mayoria, mas de una planta, y revelaban una gran precariedad de medios. Los materiales parecian estar escogidos de aqui y de alla, a modo de parches, si bien es cierto que a medida que uno se adentraba en el centro de la ciudad, las construcciones cobraban altura (dos o tres plantas) y podian apreciarse mas bares y terrazas por la calle. En uno de estos bares cambie dinero. Luego fuimos a comer un puoulet, que devore con fruicion.
A la vuelta no quedaba nadie en las oficinas. Francois no tardo en desaparecer. De modo que me quede yo solo en el edificio, mirando al ventilador del techo de mi algo sordida habitacion, con la unica compania de los ratones y preguntandome que cono estaba haciendo alli.
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