lunes, 9 de noviembre de 2009

Sweat bees

Sigue mi periodo de instruccion, cuyo objetivo inmediato es dirigir yo solo a los BaAka en la selva, no acompanyado de asistentes. Con tal cometido mi semana se ha repartido entre Makumba y el Fini group. He descubierto un enemigo de la selva mas temible incluso que las elefantes ; las llamadas ‘sweat beas’, unas minusculas, insidiosas y diabolicas abejitas atraidas por la humedad en general y el sudor humano en particular. Tuve una traumatica experiencia, de la que hare un bosquejo para hacerse una idea del martirio chino. Los gorilas descansaban dentro de un ebuka. Nos sentamos a su lado, en la parte de fuera, y esperamos a que decidieran moverse. El calor era intenso. Las sweat beas no tardaron en aparecer. Daniela -a quien acompanaba ese dia- y yo nos vimos pronto acorralados por una legion de desagradables abejitas. Al principio soportamos el incordio con resignacion estoica. Pero conforme pasaban los minutos, mas y mas abejitas se unian a la comitiva. Era como tener un aura zumbosa, como un nimbalo ? en torno tuyo. Me embadurne de arriba a abajo con una especie de mejunge mentolado con el que me he hice en Bayanga, un supuesto repelente. Pobre iluso. Las puneteras abejas encontraban espacio por cualquier via o resquicio imaginable; las sentia colarse por entre la ropa, corretear por espalda, cuello, costados, estamparse contra mi boca, colisionar en mis ojos, adentrarse en los orificios nasales, ensortijarse en el pelo… Un infierno insufrible.Probe con la mosquitera de cabeza. Un vano intento, nada podia detener su irreductible avance. Daniela se llevo la peor parte, cada vez que la miraba me sentia algo aliviado.

A veces intentaba sacar partido de su inocuo cosquilleo, abstrayendome penosamente, pero otras me llegaban oleadas de agobio insoportable y el desaliento hacia mella en mi animo. El calor y la fuerte sensacion de humedad no ayudaban.

Miraba a los BaAka y los veia inmaculados de abejas. Esto me hacia sentir verderamente desgradiado. Makumba no se movia del sitio y el equipo de relevo se eterniazaba. Tras dos horas de suplicio innombrable, finalmente se escucho el ansiado ‘claquement’ a lo lejos, con que el equipo de relevo anuncia su llegada. Casi les recibi con abrazos y lagrimas en los ojos. El infierno existe.

La selva puede adquirir, en cuestion de segundos, una dimension extremadamente laberintica y enganosa. Lo atestigue el otro dia, acompanando a Guy con al Fini Group. Los g uias ese dia, Mobo y Bokaya, decidieron realizar un control mas exhaustivo de la zona que rastreabamos y nos conminaron a esperarl en un punto determinado. El tiempo pasaba, al principio Guy y yo charlabamos tranquilamente. Pero los minutos pasaron y pasaron y los BaAka no aparecian. Comence a preguntarme si nos habrian perdido. El traumatico episodio del elefante seguia fresco todavia, no podia dejar de pensar que se acercaba la hora limite, las 16 :30. En un momento dado la conversacion se acabo. A medida que pasaban los minutos la preocupacion se dibujaba en el rostro de Guy. Le pregunte si aquello era normal... -‘Si no aparecen pronto, volvemos’, me contesto. Yo ya llevaba sopesando esta posibilidad hacia varios minutos y, para ser sincero, la mera idea de volver sin los BaAka me creaba escalofrios… Todos los rincones de la selva parecian el mismo, norte-sur-este-oeste, todo igual, como un laberinto, no se si de espejos o de otra cosa. Cuando ya estabamos a punto de regresar y extraviarnos con casi total seguridad, se escucho el lejano silbido de Bokaya. No ocultare aqui mi alivio..

Con los BaAka a veces me siento como un parbulito corriendo a rebufo de sus padres cuando se alejan, sabedor de su propia fragilidad. Para aprender de la selva hay que empezar por los Baaka. Hay que moverse con soltura entre la vegetacion, avanzar con sigilo, como ellos. Yo de momento me lanzo toscamente contra los muros de vegetacion por mera cuestion de principios, como si fuese un meteorito a punto de colisionar. Al final, de una manera u otra, siempre se llega a un lugar despejado.

Los espaldas plateadas, los ‘Silver Backs’, tienden a ser mas tolerantes respecto a los humanos que las hembras, mas desconfiadas y distantes. Si algo las solivianta pueden cargar directamente, lo que acarrea la reaccion del macho. (*hay dos tipos de cargas : frontales –directamente hacia el objeto- y laterales –el macho rodea al objeto, arrastando ramas u otro tipo de vegetacion). Makumba cargo el otro dia contra Daniela y Martha (su supervisora, que ha venido a pasar unos dias) siguiendo una carga de Bombe, la hembra mas irascible del grupo. Cada vez que escucho estas historias mi efervescencia remite. Cuando me tocara a mi ?

El otro dia fui a Dzanga Bai, una salina de grandes dimensiones a la que acuden numerosos elefantes, con Daniela y Martha. Alli hay otro campamento coordinado por una americana llamada Andrea Turkalo, que lleva 20 anyos alli, trabajando para la WCS (Wildlife Conservation Society). Tras caminar a un ritmo considerable durante 30 minutos accedimos a la salina, donde habia una plataforma a la que se podia subir para observar el enclave en toda su extension. Habria unos 50 elefantes en ese momento, retozando,chapoteando, barritando, publicitandose…. Habia tambien bufalos y sitatungas. No se escuchaban coches, ni obras, ni personas, tan solo el murmullo sutil y camuflado de los animales en su entorno. Un oasis de serenidad:



Cada martes Guy o Angelique se desplazan a Bayanga con el Toyota junto con varios BaAka que vuelven a descansar con sus familias. Vuelven el jueves con avituallamiento para el resto de la semana (que se compra en la tienda local, propiedad un mauritano llamado Shamek) y tambien con un reemplazo de ‘trackers’. Estos, a veces, pueden ausentarse del campamento durante meses. Parece que aqui las condiciones laborales son algo algo difusas. Segun Angelique, los BaAka no necesitan realmente trabajar como guias, pueden vivir perfectamente del bosque. Si trabajan con el proyecto es por el sueldo adicional que les reporta y puramente por diversion (cosa que subscribira, a tenor del ambiente festivo que respira siempre su area). En este sentido, parece que mas necesita el proyecto a los BaAka que los BaAka al proyecto.

Por las noches escucho a los elefantes barritar desde la salina, al abrigo de las lecturas.




domingo, 8 de noviembre de 2009

Fini Group y Campamento


Asi como la primera semana consistio en tomar contacto con el grupo Makumba, la segunda se ha centrado en hacer lo propio con el llamado ‘Fini group’ (Fini es ‘nuevo’ en Sango), un grupo de gorilas no habituados a la presencia humana que habita al noroeste del campamento. La tarea consiste en seguir el rastro que vayan dejando los gorilas en su actividad diaria en busca de recursos de alimentos. Un avez detectados se debe hace contacto con ellos. Tal contacto se realiza mediante el ‘claquement’, una especie de chasquido de la lengua con el paladar que funciona como agente de condicionamiento clasico, o lo que es lo mismo, como forma de asociacion por parte de los gorilas del sonido con una situacion o presencia (la humana) no peligrosa. Con este proposito he acompanado durante varios dias a Guy, uno de los asistentes de investigacion. El primer dia hubo suerte y pudimos contactar con el grupo. Los gorilas estaban alimentandose de un pequeno arbol denominado Bonginya. La densa vegetacion dificultaba nuestra visibilidad pero podiamos escuchar el sonido provocado por los gorilas al tronchar sus ramajes para acceder a las hojas mas frescas. No detectaron nuestra presencia asi que fuimos acercandonos en silencio, extremando el cuidado en cada paso. En un momento dado se escucho el agudo alarido de una hembra, que se percato de nuestra presencia, seguido del mas grave -torrencial si cabe- de un macho, a unos 20 metros al otro lado de la vegetacion. Realizamos el ‘claquement’. El espalda plateada rugio de nuevo.. Tras unos segundos Mobambu, el guia que iba en cabeza, intento avanzar. Un nuevo alarido le persuadio de lo contrario. El macho nos mantenia a raya mas alla de la vegetacion, sin que nosotros pudieramos verle. Permanecimos en el mismo lugar hasta que se marcharon. Entonces, volvimos al campamento. Una experiencia salvaje, como no podia ser de otra forma.

Poniendo en contexto mi nuevo lugar de residencia, el campamento esta compuesto de diferentes modulos, cada uno con su funcion especifica. Cada uno esta construido con tablones de madera y su techumbre es de bambu. El nucleo del campamento gira en torno a la oficina central, donde se guarda toda la bibliografia relativa a Bai Hokou, asi como multitud de articulos cientificos sobre primatologia. Tambien tiene una minibiblioteca con libros de divulgacion cientifica y literatura (a la que no he tardado en echar un vistazo). Desde la oficina se abre un espacio que denominare el ‘agora’ del campamento, donde aparcan los coches y converge la actividad diaria del personal. Frente a la oficina y al otro lado del agora, se encuentra el area, por asi decirlo, de ‘los blancos’ ; cientificos, voluntarios, etc… La denominare area ‘Munyu’ (del blanco) por bautizarla de alguna manera. La terminologia no es muy grata, pero es lo que hay ; la segregacion salta a la vista. Los blancos son Angelique y Daniela, y ahora yo. Angelique es la coordinadora del campamento. Una mujer algo frenetica que lleva diez anyos traajando aqui. Daniela es una estudiante de Doctorado alemana por parte del Max Planck Institute. A la izquierda del area ‘Munyu’ se encuentra la cocina, compuesta de un austero fuego de lena y un ‘grifo’ compuesto por barrenos de agua recogida de la cascada natural situada a poca distancia del campamento. Contigua a la cocina se encuentra el area ‘Bantu’ (una de las etnias que componen el tejido social de la RCA) que pueden ser asistentes de investigacion, cocina, choferes, tour-operadores y demas trabajadores de esta etnia que trabajen en Bai Hokou. En esta zona se encuentra la radio, con la que se mantiene permanente contacto con Bayanga, Mongambe (el otro campamento en Dzanga Dzanga) y las oficinas de la WWF en Bangui. Tras la zona ‘Munyu’, existe un modulo compuesto por tres habitaciones, una de ellas la mia. Es la zona mas septentrional del campamento, que linda con la selva en direccion Congo Brazzaville. De momento estoy solo en el modulo, nadie ocupa las otras dos habitaciones.

Al lado norte del ‘Agora’ hay un modulo de dos habitaciones para equipos de rodaje, asi como el servicio, que no es otra cosa que una letrina de toda la vida. Un camino lleva a la ducha-cascada.





Al otro lado de la oficina se abren algo asi como dos pequenas ‘avenidas’ : una de ellas integra las habitaciones de Daniela, Angelique y los asistentes de investigacion. En la otra se encuentra el modulo de los BaAka (los guias o ‘trackers’). Este camino lleva a la entrada del campamento.

Durante el dia cada uno come a su aire. Por la noche cenamos blancos con blancos, bantus con bantus, BaAka con BaAka. La cocina consiste de un sencillo fuego a base de lena.:



La dieta se compone basicamente de pasta, arroz, legumbres y un monton de comida enlatada (champinones, tomates, judias, garbanzos, sardinas). Un decrepito frigorifico mantiene los alimentos a duras penas. Me comunico en ingles con los ‘munyu’ y en frances con los ‘bantu’, aunque procuro chapurrear mis primeros vocablos en Sango. Con los BaAka tengo grandes dificultades de comunicacion porque la mayoria no habla frances, tienen su propia lengua, ademas del Sango. La mayoria estan expectantes ante la novedad de mi presencia.

Y la selva....hermosa y siniestra.




miércoles, 4 de noviembre de 2009

Bai Hokou

La jungla. Todo es radicalmente diferente a lo antes visto, verdor omnipresente de mil tonalidades distintas, estramboticos sonidos tropicales, fragancias de todo tipo….Todo es exhuberancia.. El duro y gris asfalto de la ciudad queda lejos.


Ha sido una primera semana de pura aclimatacion a este nuevo entorno selvatico. Al dia siguiente de llegar realice mi primera incursion en la selva y el primer y esperado contacto con los gorilas. Creo que la excitacion de saberme a punto de alcanzar un suenyo la aparque en Madrid, dejando paso a la expectacion contenida de quien sabe que lo ha logrado pero no le han entregado el trofeo. Avanzaba por la selva intentando procesar el nuevo entorno ; vegetacion ubicua, arboles colosales, macacos increpando a nuestro paso…No daba abasto para tanto estimulo y en realidad lo unico que tenia en la cabeza era el encuentro con los gorilas. Dos horas de busqueda despues, los guias dieron con ellos ; Olivier, el asistente de investigacion, me hizo una senya para que elevase mi mirada hacia los arboles. No se por que, tarde unos segundos en procesar la escena ; sombras negras encaramados a un arbol de Ngombo. Gorilas. Si, gorilas totalmente indiferntes a nuestra presencia. La primera sensacion? pues no fue para tanto, algo quiza extrano despues de tanto tiempo esperando este momento. Pero quiza ahi radica el quid del asunto ; me limite a contemplar aquella escena natural de la forma mas… ‘natural’, como si lo hubiese hecho toda la vida.


El grupo ‘Makumba’ esta compuesto el espalda plateada, ‘Makumba’, las tres hembras -Malui, Bombe, Mopambi-, un espalda negra (Kunga) o gorila adolescente, dos ‘juvenals’ (Mai y Essekelende) y los mas pequenyos del grupo ; Mossoko (4 anyos), Bokata, Mobangui (3 y medio) y el mas pequenyo, Tembo (uno y medio). Tecnicamente hablando se llaman gorilas de planicie occidental (tambien estan los del planicie oriental y de montanya). Habitan una porcion de selva situada al sureste del campamento, que abarca un radio de unos 7 km2.


La llamada ‘Cuenca del Congo’ esta salpicada por las llamadas ‘Bais’ (o salinas), que son claros atravesados por cursos de agua poco caudalosos, ricos en minerales y que, por tanto, constituyen un punto de encuentro de numerosas especies animales que intentan explotar sus recursos al maximo: elefantes, bufalos, sitatutangas, Horn Bills, Duikers, los mismos gorilas y un sinfin de especies mas. En las inmediaciones del campamento hay varias. Por lo que respecta a la selva propiamente dicha se pueden disinguir varios tipos de habitats:


-'Ebuka’ son areas de profusa, intrincada y casi inaccesible vegetacion. Lugar preferente de los gorilas:





-‘Malapa’, son areas abiertas salteadas de arboles del mismo nombre, que adquieren un aspecto casi otonal muy parecido al de cualquier bosque cualquier bosque occidental:




El segundo dia ocurrio un episodio que se presenta como un anticipo de lo que me espera este ano en las selvas de Dzanga Shanga. Volviamos de pasar la segunda jornada con los gorilas. Nos dirigiamos hacia Bai Debwe por una zona de densa vegetacion, cuando escuchamos un crujir de ramas a unos 20 metros de nosotros. Detuvimos el paso y quedamos en silencio. Los BaAka se adelantaron un poco y otearon en la espesura. Poco despues indicaron el lugar y la causa de aquel ruido ; un elefante. Por mucho que intente afinar el ojo entre la vegetacion no alcance a ver sino lianas y ramas por todos lados. Pasados unos minutos, Ngbanda, que asi se llamaba el guia que iba en cabeza, insto a reiniciar el camino dando un pequeno rodeo. Apenas habiamos comenzado a hacer esto, se escucho un tremendo barritar cerca, muy cerca de nosotros y un tremendo sonido de ramajes arrasados. El elefante cargo contra nosotros, dividiendo en dos al grupo. Lo siguiente que recuerdo es una carrera frenetica entre la espesura, mi determinacion de colarme por cualquier resquicio de selva como fuese, como una alimanya, con tal de que no me pillase el enfurecido animal. Recuerdo tambien a Angelique y Piccolo corriendo delante de mi como flechas. Ni quise perder tiempo en mirar para atras, sabia que el elefante estaba muy cerca de nosotros, de mi en concreto, que era el ultimo. Pasados unos segundos de carrera vertiginosa caimos en que el elefante no nos habia seguido. Nos detuvimos. No sabiamos donde estaban Emmos y Ngbanda. Se escucho barritar al elefante de nuevo. No podiamos saber si estaba cargando contra ellos. Se escucho gritar a Ngbanda unos 20 metros, un nuevo barritar, mas cerca, ramajes, una nueva carrera. Paramos metros despues, intentando detectar la posicion del elefante y de nuestros dos companeros. Avanzamos en semicirculo hacia el lugar donde podrian encontrarse, en estado de maxima tension. Mi corazon latia como un martillo. Entonces aparecio Nbanda descendiendo desde el lugar de la carga, con aparente tranquilidad. Esto me persuadio de que el peligro habia pasado. Luego aparecio Emmos con la cara llena de aranazos. Nos conto que en su huida habia tropezado con una rama y el elefante se habia plantado a apenas un metro de ella, reculando milagrosamente. Literalmente habia salvado la vida. El camino de vuelta no se lo recomiendo a nadie. El incidente obligo a dar un gran rodeo a fin de evitar al iracundo elefante y esto nos hizo perder bastante tiempo. A esa hora, cerca de las seis, los elefantes solian descender hacia la salina. En mi mirada inexperta tenia la sensacion de que el tiempo jugaba dramaticamente en nuestra contra (como quiza asi fuese). No tenia tiempo para fijarme en la reaccion de los BaAka, solo para abrir los ojos como platos en todas direcciones. Veia elefante por todos los sitios. Las frescas y colosales bonyigas de elefante que trufaban continuamente el camino no ayudaban a uno a apaciaguarse. Tras un buen rato recorriendo zonas de jungla muy frondosa, llegamos a Bai Hokou ll, una de las salinas. Aminoramos el paso. habia grandes posibilidades de toparse con elefantes. No fue asi y, para mi alivio, la cruzamos sin avistamientos, para adentrarnos de nuevo en la selva. El peligro no desapareceria hasta que llegasemos al campamento. Al llegar a la segunda salina, BAi Hokou l, vimos un elefante ramoneando entre los arboles que habia justo a la entrada de la senda que llevaba al campamento. Nbgbanda cambio de nuevo el itinerario y nos adentramos de nuevo en la selva bordeando la salina por el flanco derecho. Esto nos daba algo de cobertura y camuflaje para llegar al otro lado de la salina sin confrontar directamente al elefante. Sin embargo, nada podia evitar que en algun momento nos hiciesemos visibles de nuevo. Forzosamente tendriamos que pasar cerca de donde se encontraba el elefante y tratar de sortearle sin que percibiese nuestra presencia. Cuando salimos de nuevo al exterior, un silencio total reinaba en la salina. Solo se escuchaba el sonido de nuestras pisadas en el fango y el ocasional lamento de un Horn Bill rebotando como un eco en las tupidas paredes boscosas. La salina, idilica horas antes, se tornaba ahora un lugar siniestro, como si estuviese preparando una desagradable sorpresa para nosotros. No vimos rastro del elefante, que, sin embargo, no debia andar lejos. Para entonces ya iba paranoico perdido, seguia viendo elefantes tras cada umbral de vegetacion, dispuestos a cargar a las primeras de cambio. Franqueamos la salina y nos adentramos de nuevo en la selva. Finalmente llegamos a Bai Hokou l, la contigua a nuestro campamento, donde habia otro elefante. Contemple desde mis prismaticos -ya a salvo de todo peligro- la criatura que tanto sobresalto nos dio momentos antes.


jueves, 20 de agosto de 2009

Bangui - Bayanga


Poco despues de escribir las lineas de arriba, escuche los portones exteriores del recinto de la WWF abriendose y un Toyota blanco accediendo al recinto. Segundos despues Nestor llamaba a mi habitacion. ‘Nos vamos’.

Colocamos el equipaje en la parte trasera del Toyota y abandonamos la sede de la WWF ya en total oscuridad. Todavia habriamos de realizar varias paradas antes de emprender ruta hacia Bayanga. Tres pasajeros mas se subieron al vehiculo : Rafael Dacko, nieto del primer presidente de la RCA y delegado del ministerio de turismo en Bayanga; Paolo, un asistente de investigacion de Mongambe (el otro campamento que hay aparte de Bai Hokou) y Henry, el hijo del sous-prefect de Bayanga (algo asi como el alcalde). Las calles de Bangui oscilaban entre la penumbra total y la famelica luz de algun puestecillo o farola aislada, mientras la gente se deslizaba entre la oscuridad como un torrente de sombras informes. Antes de iniciar el trayecto todavia nos detuvimos en una farmacia , compramos algo de comida en un puestecillo de comida en la cuneta de la avenida principal, recogimos a dos pasajeros mas, repostamos en la gasolinera ….Parecia que no ibamos a salir nunca. En un momento dado llegamos a un control de policia. Nestor se apeo con la documentacion pertinente. Un militar se asomo por la ventanilla y me pregunto con aire ausente que adonde me dirigia. No debio quedarle muy clara mi respuesta pues segundos despues abandonaba la ventanilla y preguntaba a Nestor acerca de ese blanco que iba en el asiento del copiloto. Este parecio mas convincente que yo y finalmente levantaron la barrera. Abandonabamos Bangui.


Poco despues llegamos a un nuevo control. Un individuo con subfusil al hombro se asomo por la ventanilla y pidio de nuevo la documentacion. Esta iba a ser la tonica durante todo el viaje. La noche era clara y la luna llena formaba un halo sobre las altas copas de los arboles. La bacheada carretera estaba salteada de pueblecillos (no me atreveria a llamarlos poblados) y edificaciones, que apenas se vislumbraban en la oscuridad. Sus habitantes se apartaban a ambos lados del camino segun pasabamos. Nestor hacia malabarismos para sortear cabras, cerdos y perros, que a menudo se interponian en el camino. Cada cierto tramo los faros del Toyota iluminaban alguna figura humana acometiendo el trayecto de un pueblo a otro, empujando miserables carromatos repletos de troncos, ropas o restos de plasticos. Apenas nos cruzabamos con otros vehiculos. A veces si lo haciamos con algun trailer abarrotado de troncos y teniamos que echarnos a un lado. Pasamos Berengo, dos horas despues de abandonar Bangui. Minutos despues se pudo oir un chasquido en la parte trasera del vehiculo. Pinchamos. Diez minutos despues, y una vez arreglado el percance, reanudamos la marcha. Llegamos a un nuevo peaje, esta vez sin militares. Apenas lo rebasamos escuchamos un nuevo pinchazo, en la misma rueda de antes. La tension se mascaba en el ambiente. Nos quedaba todo el viaje por delante y no quedaban ruedas de repuesto. Me preguntaba que pasaria si pinchabamos de nuevo, en medio de la nada.


A la altura de Lobaye, un poblado algo mas grande que la media, nos bifurcamos por un camino para detenernos ante la casa del que supongo seria mecanico del pueblo, cuyo sueno violentamos abruptamente. Era la 1 de la manana y el tipo obviamente tenia cara de pocos amigos. Las dos horas siguientes se redujeron a lo siguiente ; un individuo aporreando ruedas rudimentariamente con una maza de hierro en plena oscuridad, siete tios mirando y musica ‘coup de kale’ que Nestor sintonizo a todo trapo desde el Toyota para amenizar la quietud de la noche (sin que ningun vecino se quejase, para mi sorpresa). Arreglados los pinchazos, reanudamos el viaje. Nestor dejo la musica puesta, la cual se convirtio desde ese momento y durante las dos siguientes horas en la unica protagonista del viaje, en las que nadie abrio la boca. En un momento dado la carretera paso a ser camino de tierra. La luna llena lucia en lo alto del cielo y cartografiaba las copas de los arboles con un radiante bano de luz argenta. Africa. Los cerdos y cabritillas seguian cruzandose peligrosamente en nuestro camino, ahuyentados seguidamente por los bocinazos de Nestor, que no vacilaba en su conduccion. Puede que nos llevasemos alguno por delante.


A las 4 de la manana hicimos alto en Boda. Una persona mas se sumaria a la comitiva, instalandose en la parte trasera del coche. El cansancio del viaje comenzo a hacer mella en mi sueno. Los parpados se me cargaban como si de ellos colgasen yunques. Mantuve un penoso forcejeo entre la vigilia y el sueno durante un cierto tiempo, dando impresionantes cabezadas. Finalmente, tras pasar por un confuso mundo de absurdas y oniricas imagenes, del todo inefables aqui, deje atras los cantos de sirena y volvi de nuevo a la oscuridad de la noche, que los faros del Toyota rasgaban sin paliativos. Cerca de las 5 el cielo cobro un matiz azul marino. Nestor detuvo el coche en un tramo del camino en pendiente, que daba pie a un vasto paisaje de bosques y selvas abriendose ante nosotros. La luna llena se escondia en el horizonte. Tire un par de fotos, hice mis necesidades, estire un poco las piernas y monte de nuevo en el coche. Todavia quedaba mucho por recorrer.


A medida que la manana despuntaba, una nueva realidad se abria ante nuestros ojos ; ante los mios, para ser mas concreto.. El terreno, por lo general llano, cobraba a veces relieve en forma de suaves y verdes colinas alfombradas de grandes arboles, que un camino de color ocre intenso enhebraba y serpenteaba, perdiendose en la lejania. A veces se podian ver personas transitandolo ; mujeres con ninos en brazos, a la espalda, con cantaros a la coronilla, gente con carromatos. La ingente vegetacion ora se cernia sobre el camino ora se abria, dando lugar a claros donde a menudo afloraban los asentamientos. Dichos asentamientos no pasaban de meras construcciones de adobe, que dejaban entrever un fragil esqueleto de ramas o troncos. Los tejados estaban cubiertos por hojas de bambu, un material modesto pero, al parecer, altamente impermeable. Otro tipo de construcciones, mas humildes todavia, consistian en una especie de chamizos con forma de iglu, formado por ramas o tallos de plantas dispuestos en torno a un eje central superior y cubiertos con grandes hojas de bambu, que al perder la frescura adquirian un tono parduzco que las hacia parecer harapos o trapos sucios. Pero, la verdad, no tenia mucho tiempo para analisis o espejos.


Sobre las 8 de la manyana, ya a plena luz del dia, llegamos a Yamando, donde tuvimos que pasar otro control. Aproveche de nuevo para estirar las piernas y echar un vistazo en derredor. Los ninos se acercaban al coche y me miraban con curiosidad. Cuan acostumbradods estaban a ver a un blanco con cara de acontecimientos y tan sorprendido, quiza, como ellos ?. Diez minutos de diligencias despues pudimos proseguir el camino. Durante la parada, un trailer maderero nos adelanto, de modo que una vez alcanzado no tuvimos otra cosa que polvo ocre ante nuestros ojos durante una hora, ya que la colosal polvareda que levantaba no permitia adelantarle sin arriesgar la vida y tuvimos que andar a su rebufo durante todo este tiempo. Finalmente, lo adelantamos. Mas selvas y mas caminos, mas asentamientos y ‘Koup de Kale’. No habia tiempo para analisis o espejos.


Una hora y media despues de dejar Yamando, el sueno arremetio contra mi de nuevo con fuerza. Todo el mundo guardaba silencio y la cinta de musica ya se habia acabado. Solo se escuchaba el motor del Toyota rugiendo y los tumbos del coche al sortear los baches del camino. Esta vez la fatiga me doblego. Dormite durante veinte minutos, tras los cuales desperte como si hubiese dormido 12 horas. Llegado un momento dado, tuve la impresion de que las selvas a ambos lados del camino se cerraban. Los arboles se erguian majestuosos ante nosotros, porfiando entre si por elevar sus copas hacia los estratos mas altos. Todavia nos quedaban 4 horas de camino. Al llegar al control de Nola supe que estabamos cerca. El sol, para entonces, ya caia como un martillo pilon. Rebasamos el control y nos detuvimos en el pueblo para realizar las enesimas gestiones. Aproveche para hacer unas compras. Nola era un pueblo desvencijado y polvoriento, en la cual se arracimaban los comercios a ambos lados de la calle principal, que estaba atestada de gente : una pequena farmacia, un asador humeante, tiendas de articulos de primera necesidad, donde vi impresionantes machetes… Puede que no fuesen de primera necesidad para mi, pero senti un implacable impulso de hacerme con uno. Desisti sin saber muy bien por que.

Abandonamos Nola y pusimos rumbo sur (hasta ahora siempre nos habiamos dirigido hacia el oeste). Accedimos a ese apendice de terreno que se encuentra en la esquina suroeste de la Republica Centroafricana. Bai Hokou quedaba mas cerca. Seguimos atravesando asentamientos a ambos lados del camino, a cual mas humilde, dejando tras de si una aparatosa nube de polvo y siempre muchos ninos que se escondian entre la vegetacion a nuestro paso y familias enteras apinandose en torno al fuego de la manana y mujeres moliendo manioca con las mazas en grandes cuencos. Africa.



Cruzamos Salo sin detenernos. Tras kilometros y kilometros sin ver otra cosa que selvas y austeros asentamientos, el paisaje cambio radicalmente de fisionomia. La vegetacion circundante, omnipresente hasta entonces, remitio y el terreno se desspejo dando lugar a amplias colinas salpicadas de acacias y termiteros gigantes, que, al principio confundi, movido por las ansias de ver fauna, con grandes antilopes que por alli pacian (no comment). Exhuberante horizonte de selvas. Un cartel anunciaba que accediamos al area protegida de Dzanga Shanga. 60 km para llegar a Bayanga. Transcurridos 30, el paisaje se cerro un avez mas, esta vez de forma mas enconada si cabe. Dos horas despues de acceder al parque llegabamos a Bayanga. El camino de entrada al pueblo lo flanqueaban extensos campos de hierbas altas donde se cultivaba la manioca. Los arboles tropicales configuraban un decorado de fondo que se entremezclaba con troncos romos y desnudos, como exponentes del paso por alli de la compania maderera. Los ninos se quedaban mirando al paso del Toyota, mientras jugaban entre cabras, gorrinos, gallinas y riachuelos de salubridad dudosa….Olor a manioca en el ambiente. La mayoria de las casas estaban construidas a base de maderos entumecidos y victimas de la carcoma, que hasta un soplido podria barrer. El sol picaba sin clemencia. A medida que ibamos haciendo paradas el vehiculo se iba quedando vacio. A pesar de estar exhausto y sudoroso descendia del vehiculo a cada parada, por una mera cuestion de principios. Iba ya en una especie de trance en el que la lucidez fluctuaba, lentada unicamente por el deseo de llegar a la jungla, a Bai Hokou. Solo 32 km distaban de mi destino. Hicimos todavia parada en las oficinas de la WWF. Me presentaron al Coordinador General del proyecto Dzanga Shanga en Bayanga, un canadiense llamado Marc. Me basto con un apreton de manos, tras el cual subi de nuevo al coche (queriendo forzar silenciosamente a Nestor a hacer lo propio) Paramos tambien en el Doli Lodge, un coqueto hotelito a orillas del Dzanga, donde tuve la oportunidad de descansar en su idilica terraza, mientras esperaba a Nestor.



Finalmente ocurrio. Tras un ultimo carrusel de visitas, abandonamos el pueblo y enfilamos Bai Hokou, ya solos Nestor y yo. Atravesamos un aerodromo que habia entre los cultivos y cruzamos un extenso umbras de arboles que daba entrada al parque nacional Dzanga Shanga. La vegetacion se cerro ya definitivamente, apenas dejando ver el cielo La siguiente hora y media consistio en un avance continuo del Toyota, en silencio, a traves un denso corredor de vegetacion, profanando charcos y recibiendo violentos latigazos de las ramas en la luna del vehiculo. A falta de 5 km. el camino, hasta entonces en linea recta, se desvio hacia la derecha y se hizo mas accidentado y serpenteante, tomando una ligera pendiente. Las copas de los arboles se cernieron sobre el vehiculo y fagocitaron el cielo por encima de nosotros. Avanzamos entonces lentamente, dando continuos tumbos por el camino embarrado e impracticable. Habia tramos en los que la inclinacion del camino era tal que creia que el Toyota iba a volcar. Pero no volcaba, seguia avanzando, el Toyota seguia avanzando. No habia vuelta de hoja. Llegamos a Bai Hokou.

Pero he de avisar de que esto no supone el fin del trayecto. El verdadero viaje comienza ahora.

Bangui (segundo dia)

Hola Familia

No pase mala noche. Batalle con los ratones durante un par de horas, tratando de abortar sus intentos de encaramarse con descaro a mi cama. Finalmente parecieron olvidarse de mi y pude conciliar el sueno. Me desperte por la manana con el cuerpo repuesto y de buen animo ante la expectativa de emprender el viaje en las siguientes horas. Antes, sin embargo, habia de realizar varias gestiones con Francois, de modo que montamos en su jeep, destartalado pero incombustible, y nos dirigimos al centro de la ciudad. Primero cambiamos de nuevo dinero en el taller mecanico de un tal Mohamed, libanes medio miope y de mirada algo torva que se encarga de arreglar los vehiculos para la WWF. Tras una interminable hora en la que nos ofrecio bebidas, me hizo mil preguntas y en la que, en general, nada parecia ocurrir relativo al camio, finalmente llego con el fajo de billetes, le di la cantidad correspondiente y pudimos irnos. Nos pasamos entonces po el mercado a comprar papel y boligrafo (esencial). Estaba atestado de gente. No pude evitar sentirme, al descender del vehiculo, ‘blanco’ de todas las miradas (no hay mucho occidental en Bangui). Pero para entonces ya me habia hecho acopio de cierto aplomo en la respiracion y la pupila. Despues fuimos a a rellenar el certificado medico, al banco, de nuevo al taller… Veia pasar el tiempo con desesperacion.

Lo primero que hice al volver a la oficina, sobre las 16:00, fue comunicarle a Nestor, el manager general de WWF Bangui, que ya estaba preparado para marcharnos. ‘En una hora nos vamos’, me respondio. A las 17 :00 escuchaba, para mi perplejidad, como ha recogia las llaves de su mesa, cerraba la puerta de su despacho y desaparecia sin dar mayor explicacion. Asi parecen funcionar las cosas aqui, a camara lenta, sin mayor consideracion.

La gente termino su jornada de trabajo y se marcho de nuevo a sus casas. Me vi de nuevo en compas de espera, en unica compania de los ratones, con una incomoda sensacion de sudor entremezclada con el aroma del repelente antimosquitos, pero habiendo jurado no ducharme hasta llegar a Bai Hokou. El ventilador de techo, inmovil y obsoleto. Una pesada atmosfera de torridez tropical. Me recordaba esa escena de Apocalypsis Now en la que un alcoholizado Capitan Willard espera una nueva mision en Shaigon. « Waiting for a mission, getting softer » .

Pero esto no era una pelicula. Cuando nos ibamos ? Todo parecia ir a camara lenta...

Bangui (primer dia)

Hola Familia

Os escribo desde las oficinas de la WWF en Bangui. El avion aterrizo en el aeropuerto Mpoko sin mayor incidencia a la hora esperada, lleno hasta los topes y en una noche humeda y lluviosa, casi ya amaneciendo. La recogida de maletas fue un delirante maremagnum de personas vociferantes y carritos por todos los lados. Tuve suerte y mi maleta salio de las primeras. A la salida me esperaba Francois, empleado de la WWF Bangui, que me abordo, antes de que lo hicieran los muchos buscavidas que a la salida merodeaban. Blandia un cartel en la mano, que leia ; GUAN ORTIGA.

Segun salimos al parking del aeropuerto comenzo a diluviar. Nos montamos en un modesto Jeep destartalado propiedad de la WWF y abandonamos el aeropuerto Mpoko. Como podreis comprender, fueron primeros momentos de expectacion y algo de nerviosismo. Francois era un tipo de pocas palabras. Por mi parte considere oportuno, en esos primeros estadios de la singladura, callar y observar. De modo que avanzabamos en total silencio en el traqueteante jeep, bajo una inmensa tromba de agua, mientras los edificios se sucedian, desconchados y semi abandonados, a ambos lados de la amplia avenida, transitada por pocos coches. Algun que otro gigantesco cartel, publicitando telefonia movil, rompia con la austeridad reinante. De camino, Francois me comunico que no podriamos poner rumbo a Bayanga ese mismo dia, que tendria que esperar a que se concretaran los preparativos del viaje.. No negare que la noticia me dejo algo intranquilo. A los 15 minutos de trayecto llegamos a la sede de la WWF Bangui. Salude al personal que se encontraba en las oficinas y deje las maletas en la salita de estar. Me ofrecieron pasar la noche en una de las habitaciones que hay en la sede (previo pago de 20 euros). Luego, puesto que nadie me hacia demasiado caso, me he dado un garbeo por las inmediaciones ; se trata de un recinto cerrado vigilado por dos guardas y una gran casa de una sola planta, con varios despachos y salas de reuniones, aparte de una habitacion con salita de estar (la mia) y otro pequeno edificio con tres habitaciones mas. Las horas pasaron sin que nadie me informase muy bien de que pasaba conmigo. Me dedique a dejar pasar las horas, sin ganas de leer, dormitando a ratos en la cama, mirando el ventilador de pared inmovil con cierta sensacion de estupor y con unas ganas terribles de poner rumbo a Bai Hokou. 15 horas, 500 km.

Sobre las 16 :00 Francois me llevo a comer a un restaurante que hay a 15 minutos de las oficinas. Tuve la oportunidad de echar un primer vistazo a la ciudad, ya sin el velo del temporal de la manana. Una ingente multitud transitaba por los arcenes de un lado a otro, portando todo tipo de articulos al hombro o a la coronilla, comercios de todo tipo, mercados atestados de gente, pequenos hostales, internets-cafe… Me llamo mucho la atencion el intenso color ocre de la tierra, intensificado tras las lluvias. Varias colinas flanqueaban la ciudad al norte-noreste, de un verve tan vivo que casi deslumbraba. El sol caia con fuerza. Francois salia de su mutismo de cuando en cuando para senalar algun edificio importante (la universidad de Bangui, la embajada francesa, el destartalado estadio nacional…). Cada cierto tramo tomabamos rotondas con grandes rotulos en forma de proclamas al pueblo, tipo… unite, dignite, travaill…o travaille, respect, developmet… y cosas asi. Las construcciones no rebasaban, en su mayoria, mas de una planta, y revelaban una gran precariedad de medios. Los materiales parecian estar escogidos de aqui y de alla, a modo de parches, si bien es cierto que a medida que uno se adentraba en el centro de la ciudad, las construcciones cobraban altura (dos o tres plantas) y podian apreciarse mas bares y terrazas por la calle. En uno de estos bares cambie dinero. Luego fuimos a comer un puoulet, que devore con fruicion.

A la vuelta no quedaba nadie en las oficinas. Francois no tardo en desaparecer. De modo que me quede yo solo en el edificio, mirando al ventilador del techo de mi algo sordida habitacion, con la unica compania de los ratones y preguntandome que cono estaba haciendo alli.

Nota

No he pensado en mejor forma de describir y compartir esta experiencia que conferir a este blog un caracter epistolario. De forma que, desde este momento y en lo que resta, incluire fragmentos de misivas enviadas por mi a mi familia (me ahorrare los detalles domesticos).